Una Cuaresma para tomar conciencia de las amenazas que se ciernen sobre los ancianos

Según constata monseñor Cordes al presentar el mensaje del Papa

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 9 febrero 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha propuesto que la Cuaresma que comenzó este Miércoles de Ceniza ofrezca la oportunidad a los creyentes de comprender la «amenaza contra las personas ancianas», que ha adoptado en la actualidad «distintas formas».

Así lo explicó el arzobispo Paul Josef Cordes, presidente del Pontificio Consejo «Cor Unum», al presentar en el Vaticano el pasado 27 de enero, ante la prensa internacional, el Mensaje de Juan Pablo II para la Cuaresma que comienza este miércoles (Cf. sección «Documentos» de Zenit).

En el texto el Santo Padre recuerda la grandeza de la dignidad del anciano, subraya que el mandamiento «No matarás» «no pierde su vigencia ante la presencia de las enfermedades, y cuando el debilitamiento de las fuerzas reduce la autonomía del ser humano», y llama a descubrir el «recíproco enriquecimiento entre las generaciones».

Sobre éste último aspecto llamó la atención monseñor Cordes, pues la relación intergeneracional se define «de manera radicalmente nueva», dado que «el número de personas ancianas en el pasado reciente se ha multiplicado rápidamente, mientras que a la vez ha disminuido la población joven».

En Italia –ejemplificó– mientras que hace 15 años el 15,3% de la población superaba los 65 años de edad, en 2050 serán el 34,9%, o bien 14,4 millones de ciudadanos; en Francia serán más de 15 millones, en Alemania más de 20 millones.

«Con estos nuevos desequilibrios, los gastos sociales de asistencia a los ancianos constituyen un peligro para la franja laboral más joven» –apuntó–, cosa que «a su vez podrá generar tensiones entre los dos grupos», o una «guerra de generaciones».

«Sin embargo un peligro mayor amenaza a los ancianos», advirtió el cardenal Cordes: «Los jóvenes creen cada vez más que los ancianos son un peso»: «cuestan demasiado», «ocupan espacio», «limitan» el tiempo libre, «recuerdan el propio futuro», «¿por qué entonces no eliminarlos de nuestra vista? ¿O exiliarlos tras muros? ¿U ofrecerles una muerte dulce?».

«Hay asociaciones para promover el “derecho” –como dicen– a “morir dignamente”. En el mundo de la ciencia se ofrecen métodos concretos a este fin. El cine intenta provocar emotivamente agresiones contra la legislación vigente. Y los políticos apuntan hacia una cultura nueva: la cultura de la muerte. El tema de la eutanasia se ha hecho inevitable», denunció el prelado alemán.

Y es que «la amenaza contra las personas ancianas –constató– ha adoptado distintas formas»; «para quien sabe discernir, la urgencia e importancia del Mensaje Cuaresmal del Papa no necesita más razones».

«Entonces nosotros, cristianos, junto a todos los hombres de buena voluntad, estamos llamados a más vigilancia –alertó monseñor Cordes–. No se debe permitir a los políticos sacrificar la dignidad del hombre a intereses populistas o económicos. La dignidad del hombre es intocable porque es un don de Dios».

Pero «no se trata sólo de ejercer nuestra influencia en el Estado y la sociedad –puntualizó–. También en nuestra vida privada –en la familia y en el vecindario– esta palabra del Papa nos debe guiar».

Y es un punto donde se nos plantea «el desafío de una verdadera conversión»; «no la proclamación de una idea» –«hay que cuidar a los ancianos»–, sino más bien «la realización de este mismo cuidado como nuestra tarea», invitó.

«He oído una bella iniciativa» del «Grupo de Voluntarios Vicencianos»: «Adopta un abuelo». «Me parece en sí misma ejemplar. Y manifiesta que cada uno debería aprovechar personalmente la Cuaresma para dedicar a los ancianos el propio tiempo, el propio dinero, el propio afecto», reconoció el purpurado citando el manifiesto de este proyecto: «“Adopta un abuelo”, abierto a quien desee combatir la indigencia, pero también la soledad y la marginación que con demasiada frecuencia llevan a los ancianos a graves formas depresivas».

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ZENIT Staff

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