Vaticano en la Conferencia ONU: La vejez, regalo en la culminación de la vida

La Iglesia ofrece más de trece mil centros para ancianos en el mundo

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MADRID, 9 abril 2002 (ZENIT.org).- La Santa Sede tomó la palabra este lunes ante la Asamblea mundial de las Naciones Unidas sobre el Anciano para subrayar el papel insustituible de las personas de la tercera edad en la sociedad actual, caracterizada por la competitividad.

El representante de Juan Pablo II en la cumbre, el arzobispo Javier Lozano Barragán, presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, expuso asimismo en el encuentro, que se celebra en Madrid del 8 al 12 de abril, la obra que la Iglesia católica a favor de las personas ancianas.

El arzobispo mexicano, que llevó a los participantes en la Asamblea una carta personal del Papa, aseguró que «la longevidad entra en el designio divino como el regalo de la culminación de la vida que recibe sentido por la sabiduría del corazón».

El hombre del Papa para la pastoral del mundo de la medicina explicó que «los ancianos son los custodios de la memoria colectiva, tienen la perspectiva del pasado y del futuro en un presente que es ya de eternidad y serenidad, no considerándose sólo a la espera pasiva de un evento destructor, sino como aproximación promisoria hacia la plena madurez de una vida que nunca termina».

Ahora bien, en el culto actual de la productividad global, explicó el representante vaticano, los ancianos «corren el peligro de sentirse inútiles, pero su presencia debe demostrar que el valor económico no es el único ni el más importante».

El delegado vaticano citó estadísticas hechas públicas por la ONU, según las cuales, hoy más de 600 millones de personas cuentan con más de 60 años. Según las previsiones para el 2050 sumarán 2000 millones. Se estima que para el 2030 el 71% de esta población vivirá en los países en vías de desarrollo, y del 12% al 16% vivirán en los países más ricos.

Aunque lo mejor es siempre envejecer en familia, afirmó monseñor Barragán, «constatamos el creciente número de ancianos desamparados». Por ello, «la Iglesia católica, hoy como antes, trata de ayudarles aun en el plano asistencial, a pesar de dificultades crecientes, tanto por falta de personal como de recursos».

Informó que las agencias y organizaciones católicas cuentan en el presente con 532 asilos para ancianos en África, 3.466 en América, 1.456 en Asia, 7.435 en Europa y 349 en Oceanía; en total 13.238 centros de asistencia para ancianos en todo el mundo.

El representante vaticano subrayó que, «ante la marginación del anciano en la sociedad actual y las perspectivas del futuro, se impone la necesidad de crear una sociedad inclusiva para todas las edades que tenga como base la equidad intergeneracional, en la que se dé lugar al anciano, especialmente a la mujer anciana y a los más pobres y desprotegidos».

Lozano Barragán ofreció a continuación una serie de sugerencias, entre las que comenzó destacando una de las inquietudes que en los últimos años ha expresado Juan Pablo II: «propiciar la solidaridad intergeneracional» como enriquecimiento insustituible para niños jóvenes y ancianos.

Para ello sugirió «promover una educación intergeneracional de manera que los ancianos enseñen a los jóvenes y éstos a los ancianos en mutuo intercambio». El prelado ofreció otras sugerencias, como «incluir al anciano en la toma de decisiones tanto a nivel familiar como social; dar acceso al anciano a los cuidados sociales básicos, especialmente para quienes viven en áreas rurales; negociar con las empresas farmacéuticas para que todos puedan adquirir los medicamentos esenciales a bajos precios».

Monseñor Barragán pidió también «favorecer una imagen positiva del anciano en sí mismo y desterrar de los medios de comunicación falsos estereotipos».

Por último, subrayó que «la pobreza y sus problemas se agravan en la ancianidad, especialmente en situaciones de emergencia o en conflictos armados» y que «se deben organizar sistemas de seguridad social y propiciar la iniciativa de los ancianos en cuestiones económicas, por ejemplo las mini empresas».

En este sentido, afirmó el representante del Papa «la impagable deuda externa en la mayoría de los países en desarrollo, constituye uno de los principales obstáculos para atender las necesidades prioritarias de los ancianos y la erradicación de la pobreza» por lo que «hay que tomar medidas adecuadas para su urgente solución».

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ZENIT Staff

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