Vaticano en la ONU: Libertad religiosa violada en estados confesionales

Intervención de monseñor Martino sobre libertad religiosa y derechos

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NUE VA YORK, 15 noviembre 2001 (ZENIT.org).- La Santa Sede está seriamente preocupada por el estado de la libertad religiosa en el mundo, especialmente en el caso de minorías religiosas que viven en países con una religión oficial diferente.

La denuncia fue presentada el 13 de noviembre ante la sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas que afronta «Cuestiones de Derechos Humanos-Tolerancia Religiosa» por el arzobispo Renato Martino, observador permanente de la Santa Sede ante la sede de las Naciones Unidas en Nueva York.

El prelado, en su intervención, analizó el Informe Especial de la Comisión de Derechos Humanos sobre la libertad de religión o de creencia, que fue presentado ante la asamblea.

«Mi delegación está gravemente preocupada por la información contenida en ese documento que revela la permanencia, en muchas partes del mundo, de políticas de discriminación o de intolerancia hacia minorías en algunos estados que tienen una religión oficial», anunció el arzobispo.

Asimismo constató «el aumento del extremismo que afecta a todas las religiones así como el gradual aumento de los no creyentes en la sociedad, caracterizado por una militancia cada vez mayor que entra en competición o en conflicto con otras religiones».

Martino añadió que «La libertad religiosa constituye el núcleo de los derechos humanos, y el derecho a la libertad religiosa se basa en la dignidad de la persona humana, que experimenta la exigencia interior e indestructible de actuar libremente de acuerdo con los imperativos de su conciencia».

El representante del Papa dejó claro que su intervención no pretendía defender sólo la libertad religiosa de los católicos o cristianos, sino de todo creyente, pues el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos declara: «Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia».

Por el contrario, «el recurso a la violencia en nombre de la religión es una perversión de la enseñanza de las grandes religiones», denunció. «La Santa Sede reafirma aquí hoy lo que muchos líderes religiosos han repetido con frecuencia: El uso de la violencia nunca puede tener una justificación religiosa, ni puede fomentar el crecimiento de un auténtico sentimiento religioso».

El arzobispo reconoció que «nadie puede negar que hay importantes diferencias entre las tradiciones religiosas»; ahora bien, señaló «esas diferencias deberían ser aceptadas con humildad y respeto, con tolerancia mutua».

«Cuando no existen este respeto y comprensión y cuando las divisiones se ponen de manifiesto en el conflicto civil y en la guerra, es necesario el perdón mutuo», concluyó.

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ZENIT Staff

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