CIUDAD DEL VATICANO, 6 noviembre 2002 (ZENIT.org).- La certeza de que Dios actúa en la historia y de que su juicio es el único definitivo constituye el fundamento de la serenidad del creyente, aseguró este miércoles durante la tradicional audiencia general.

«Esta es nuestra gran esperanza y nuestra invocación: “¡Venga tu reino!”, un reino de paz, de justicia y de serenidad, que restablezca la armonía originaria de la creación», afirmó el pontífice comentando el famoso Salmo 97, que comienza con las palabras «Cantad al Señor un cántico nuevo».

Es definido como un «cántico nuevo», aclaró continuando así con la serie de meditaciones sobre los grandes himnos del Antiguo Testamento, pues «en el lenguaje bíblico significa un cántico perfecto, rebosante, solemne, acompañado por música festiva».

El Salmo presenta a Dios «mientras realiza la salvación en la historia y es esperado para “juzgar” al mundo y los pueblos», trayendo así «paz y justicia» sobre toda la tierra, recordó el Papa al dirigirse a más de 7 mil peregrinos reunidos en la Sala de las Audiencias del Vaticano.

Según el himno de alabanza, estos signos de salvación son revelados «a las naciones» y a «los confines de la tierra» para que toda la humanidad sea atraída por Dios salvador y se abra a su palabra y a su obra salvadora.

El apóstol Pablo recordó el obispo de Roma se sirvió de este cántico para expresar el tema de su gran carta a los Romanos: en el Evangelio «la justicia de Dios se ha revelado», «se ha manifestado».

«Leído en la perspectiva del Antiguo Testamento, el Salmo proclama que Dios salva a su pueblo y que todas las naciones, al verlo, quedan admiradas --explicó el Papa--. Sin embargo, en la perspectiva cristiana, Dios realiza la salvación en Cristo».

«Ahora “los confines de la tierra” no sólo “han contemplado la victoria de nuestro Dios”, sino que la han recibido», aclaró el Santo Padre.