Este domingo, sobre las 10,45 hora local, el papa Francisco se ha dirigido a unos treinta mil jóvenes reunidos en el campus de la Pontificia y Real Universidad de Santo Tomás, fundada hace más de cuatrocientos años por el dominico español Miguel de Benavides, tercer arzobispo de Manila. El encuentro, una Liturgia de la Palabra, ha alternado canciones, breves lecturas bíblicas y los testimoniosde unos jóvenes.

Al dirigirse a todos los presentes, el Santo Padre ha comenzado dándoles una noticia triste: “Ayer, mientras estaba por empezar la misa, se cayó una de las torres, como esa, y al caer hirió una muchacha que estaba trabajando, y murió. Su nombre es Kristel. Ella trabajó en la organización de esa misa; tenía 27 años; era joven como ustedes. Trabajaba para una asociación que se llama Catholic Relief Services; era una voluntaria”, ha relatado.

Después de un minuto de oración en silencio, el Pontífice y los jóvenes han rezado un 'Ave María' por Kristel y un 'Padre Nuestro' por sus padres. “Era hija única. Su mamá está llegando de Hong Kong. Su papá ha venido a Manila a esperar a su mamá”, ha señalado.

En su discurso, Francisco ha hecho notar también que las presentaciones han sido hechas principalmente por chicos y ha lamentado la poca presencia de mujeres. “Las mujeres tienen mucho que decirnos en la sociedad de hoy. A veces somos demasiado machistas, y no dejamos lugar a la mujer”, ha apuntado.

La única joven en tomar la palabra ha sido Glyzelle Palomar, que era una 'niña de la calle' hasta que fue rescatada y acogida en el hogar que visitó el Papa el pasado viernes. Durante su intervención, a la pequeña de 12 años se le han saltado las lágrimas al preguntar ¿por qué sufren los niños?

En este sentido, Francisco ha explicado que “la mujer es capaz de hacer preguntas que los hombres no terminamos de entender”. “Ella, hoy, ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta. Y no le alcanzaron las palabras, necesitó decirlas con lágrimas”, ha proseguido. “Así que, cuando venga el próximo Papa a Manila, que haya más mujeres", ha enfatizado. Todos los presentes han aplaudido la sugerencia del Pontífice argentino.

El Santo Padre ha agradecido el testimonio sobre la dura vida en las calles de Jun y Glyzelle, y ha animado a los jóvenes a “aprender a llorar”. Porque “Jesús, en el Evangelio, lloró”, ha recordado. “¡Si vos no aprendés a llorar, no sos un buen cristiano!”, ha enfatizado. “Ciertas realidades de la vida se ven sólo con los ojos limpios por las lágrimas”, ha indicado. “Aprendamos a llorar como ella nos enseñó hoy”, ha insistido.

El Pontífice ha valorado también las palabras de Rikki, un ingeniero electrónica de 29 años, que fue voluntario en la zona destruida por el tifón Haiyan e inventó la Luz Nocturna Solar. Tras apreciar su entrega, ha invitado a los jóvenes a no sólo ayudar a los pobres sino además a “aprender a mendigar de aquellos a quienes damos”.

En respuesta a la pregunta de Leandro sobre la sobrecarga de información y de aparatos tecnológicos, el Santo Padre ha afirmado que estar informado “es bueno y ayuda”, pero “aprender a amar” es la asignatura más importante en la vida.

Por eso, ha llamado a la juventud filipina a “amar y dejarse amar”. Con buen humor, les ha animado también a no tener la “psicología del ordenador”. Es decir, creer que uno lo sabe todo y tiene todas las respuestas. Para evitar esta tentación, les ha pedido “dejarse sorprender por Dios, que siempre nos ama primero”.

“Corremos el riesgo de convertirnos en 'jóvenes museo', que tienen de todo, pero no saben qué hacer. No necesitamos jóvenes museos, sino jóvenes sabios”. ha alertado. “Para esto el Evangelio nos propone un camino sereno, tranquilo: usar los tres lenguajes. El lenguaje de la mente, el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos. Y los tres lenguajes armoniosamente”, ha subrayado.

Por último, el Papa ha lanzado a los jóvenes los tres desafíos que deben afrontar: mantener la integridad, proteger el medioambiente y ayudar a los pobres. Debido al mal tiempo Francisco ha tenido que ponerse de nuevo el impermeable de plástico amarillo para saludar a algunos de los jóvenes en la explanada y realizar después el traslado a la nunciatura en el vehículo panorámico descubierto.

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