CIUDAD DEL VATICANO, 11 agosto (ZENIT.org).- Un anciano de ochenta años reunirá durante cinco días a más de un millón de jóvenes. Se trata de un caso realmente difícil de comprender. Y no es la primera vez que sucede. En Manila, en enero de 1997, superó este número y al año siguiente, en París, congregó a 1.200.000.
Esta «estrella» del mundo juvenil no canta, no baila, ni bate records de velocidad en los cien metros lisos. Lo único que puede ofrecer a estos cientos de miles de chicos y chicas es un mensaje de vida.
¿Qué les dirá Juan Pablo II a los jóvenes de todos los continentes reunidos en Roma con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud? Se lo hemos preguntado a monseñor Renato Boccardo, quien desde hace ya casi diez años se encuentra al frente de la Oficina para los Jóvenes del Consejo Pontificio para los Laicos. A él le corresponde coordinar la acogida. Ayer precisamente se encontró con el Papa para informarle, junto a sus superiores, sobre la manera en que avanzan los preparativos.
«El Papa ya ha anunciado lo que dirá al escoger el tema de la Jornada mundial, y dirigir el tradicional mensaje que envía un año antes para preparar a los jóvenes para este acontecimiento –explica este joven sacerdote originario del norte de Italia con años de servicio a la Santa Sede en importantes nunciaturas apostólicas–. En estos últimos días, en varias intervenciones, ha querido recordar la importancia que da a esta celebración, invitando a los jóvenes a prepararse bien, y les ha dicho que les espera en Roma. El mensaje central será la proclamación de la fe de la Iglesia en el Dios hecho hombre, el Emanuel, Dios con nosotros. Esta fe se convierte, después, en compromiso en la vida cotidiana para estos jóvenes que en el tercer milenio que comienza tendrán que asumir responsabilidades importantes en la sociedad y en la Iglesia».