TURIN, 22 sep (ZENIT.org).- Los obispos italianos, al terminar ayer la reunión de la Comisión Permanente, celebrada en Turín, han escrito una carta a los más de dos millones de jóvenes participantes en las XV Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ), 15 al 20 de agosto, celebrada en Roma, agradeciendo su testimonio y pidiéndoles que no archiven la experiencia vivida sino que la hagan revertir en sus comunidades.
«Con el pasar de los días –dicen los obispos– nos parece cada vez más verdadero lo que el Santo Padre os ha dicho en el curso de la gran vigilia: «Queridos amigos, veo en vosotros a los centinelas de la mañana en esta aurora del tercer milenio»».
«¡Sí –añaden los obispos–, vosotros habéis anunciado un alba de esperanza para la Iglesia y para el mundo! Lo habéis hecho con la intensidad de vuestra oración en los momentos de recogimiento personal, en los itinerarios penitenciales y en las celebraciones comunitarias; con la sincera y apasionada búsqueda de la verdad durante las catequesis y las celebraciones; con la frescura y la creatividad con la que habéis sabido hacer fiesta y contar vuestra alegría de vivir; con el entusiasmo con el que habéis acogido la invitación a abrir vuestra vida a Cristo, única y verdadera respuesta a las expectativas de los jóvenes y de cada hombre. Sentimos poder decir con San Pablo que vosotros, hoy, sois «alegría» y «corona» de la Iglesia y en especial del Santo Padre, de nosotros pastores, de vuestros padres, de los sacerdotes y de los educadores que os han acompañado».
Los obispos dan las gracias a todos los que han hecho posible esta jornada, empezando por el Santo Padre, con el que el encuentro, dicen a los jóvenes, «en virtud de vuestra iniciativa, de vuestra inteligencia, no fue un monólogo sino un verdadero diálogo».
«Sabemos –dicen los obispos– que esta Jornada mundial ha impreso una marca indeleble en todos vosotros. Todo lo que habéis vivido no puede ser archivado o abandonado sólo a un nostálgico recuerdo». Y les invitan a que la experiencia hecha y el mensaje recibido sean «el punto de partida para renovar la vida de nuestras comunidades, para emprender nuevos caminos pastorales, para promover una auténtica cultura de la vida y de la solidaridad, para llevar la buena noticia de Jesucristo a vuestros coetáneos que no lo han encontrado todavía, para dar concreción a aquel «laboratorio de la fe» que el Papa confió a vuestra responsabilidad».
Los obispos expresan su deseo de permanecer cercanos a los jóvenes, tanto en sus iniciativas como en sus dificultades, «para continuar con vosotros este camino». Y concluyen: «Nadie podrá sofocar la fuerza del Espíritu Santo sobre la Iglesia joven en la noche de Tor Vergata, así como nadie podrá olvidar vuestros rostros llenos de estupor y tan determinados en el escuchar y en el seguir el itinerario indicado por el Papa».