KAOHSIUNG, 28 sep (ZENIT.org-FIDES).- «¡Todos tiene su santos! ¡Por fin también China los tiene!». Los ojos del cardenal Pablo Shan Kuo-hsi, obispo de Kaohsiung (Taiwán), brillan de alegría en la víspera de la celebración del 1 de octubre, cuando en la Plaza de San Pedro serán canonizados 120 mártires de China (87 chinos y los restantes extranjeros).

«Este evento es un gran honor para los chinos y de gran aliento para la Iglesia en China», confiesa en esta entrevista concedida a la agencia de la Santa Sede, «Fides», el cardenal Shan, 77 años, nacido en Puyang, diócesis de Taming, en la China continental.

El cardenal asistirá a la canonización y, al día siguiente, 2 de octubre, presidirá una solemne Eucaristía de acción de gracias en la Basílica de San Pedro. La canonización ha sido ardientemente deseada por los católicos chinos y por él mismo que, «desde niño, rezaba por ella».

--Eminencia, usted ha insistido mucho en esta canonización. ¿Por qué?

--Los santos son muy importantes en la Iglesia. En Europa, todas las Iglesias particulares, en las diferentes naciones, tienen sus propios santos y mártires. En el continente asiático, Japón, Corea, Vietnam, Filipinas tienen sus propios santos y mártires canonizados. La Iglesia llegó a China mucho antes que a todos los demás países de Asia: hace más de 700 años, el misionero franciscano Giovanni de Montecorvino llegó a nuestra tierra y fue el primer obispo de Pekín. Hasta ahora, sin embargo, teníamos sólo algunos beatos, pero ningún santo. Por eso, todos los cristianos de China, Hong Kong, Taiwan y la diáspora deseaban ardientemente tener santos que fueran para ellos modelos de vida cristiana y pudieran estimularlos en el camino de la fe.

--¿Qué piensa de las duras reacciones del gobierno chino contra este evento?

--Habría que preguntárselo al gobierno. Creo que el error está en dar a este evento un significado político. Los canonizados, sin embargo, fueron asesinados hace mucho tiempo y no tienen ninguna relación con el régimen actual. En otros casos, los gobiernos de Japón, Filipinas, Vietnam, no tuvieron tales reacciones: consideraron las canonizaciones de sus mártires un gran honor para el país.

--¿Qué valor tiene la canonización para la Iglesia en China?

--Es un gran estímulo para los cristianos que sufren persecuciones. Los cristianos han rezado y esperado durante mucho tiempo. Recuerdo que hace muchos años, cuando era niño y vivía en China, rezábamos ya por la canonización de los mártires, por ser un gran honor para los cristianos y una fuerte invitación a ser testigos de la fe. En todo caso, nuestra motivación es religiosa, no política.

--¿Cómo se ha preparado la Iglesia de Taiwan a nivel de Conferencia Episcopal y de diócesis?

--Hemos preparado una novena que se ha celebrado en cada diócesis y parroquia: nueve días de oración intensa para mostrar respeto y devoción a los nuevos santos. La preparación es sobre todo de carácter espiritual. Miles de católicos taiwaneses irán a Roma para este evento. El 28 de octubre celebraremos en Taipei una solemne misa, a nivel nacional, para agradecer a Dios la canonización.

--¿Qué le ha dicho el Papa sobre la canonización?

--Estuve en Roma para la Jornada Mundial de la Juventud, pero no tuve audiencia privada con el Santo Padre. El Papa me dice siempre que encomienda a China en sus oraciones, que ama mucho a China y que se preocupa por la Iglesia china.