Iglesia en Italia: «Acoger a los inmigrantes con realismo y sin ingenuidad»

El país cuenta con un millón y medio de personas de otras nacionalidades

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BOLONIA, 2 oct (ZENIT.org).- La Iglesia en Italia se cuestiona sobre qué tipo de acogida debe darse a los cientos de miles de inmigrantes que tocan a sus puertas o que ya se encuentran en el país.

Con este motivo, este fin de semana pasado se celebró en la ciudad de Bolonia un seminario organizado por la Caritas Italiana, la Fundación Migrantes, y la Oficina de la Conferencia Episcopal para los problemas sociales y el trabajo.

Según un informe de Caritas presentado en el Seminario, los extranjeros inmigrantes en Italia son un millón y medio. De ellos, 1.251.994 tiene permiso de estancia, 91.000 están pendientes de regularizar su situación, según una ley que lo permite y 150.000 están en fase de renovar los permisos caducados y que, con el nuevo sistema, no son contabilizados.

Italia (después de Alemania, Francia y Gran Bretaña) es el cuarto país de la Unión Europea en número de inmigrantes: en diez años, el índice se ha duplicado y corresponde al 2,5% de los residentes, mientras que la media europea es del 5,1%.

Por lo que se refiere a los países de origen, en primer lugar están los marroquíes, pero en términos de porcentaje aumentan más los provenientes del Este europeo (sobre todo de Albania, Yugoslavia y Rumanía), de China y de Nigeria.

El país está promoviendo la reunificación familiar –la posibilidad de dar permiso de residencia a las familias de las personas que ya trabajan legalmente en Italia–, aunque en 1999 se ha producido una ligera disminución (4%) en el número de los permisos dados a las mujeres.

En la ponencia de clausura de este Seminario, el padre Fredo Olivero, del Servicio de Migración de Caritas y de la Fundación Migrantes, además de presentar un borrador de un vademécum para ofrecer a las comunidades parroquiales, ha lanzado algunas propuestas operativas en el plano
pastoral.

Acogida en las parroquias
En el ámbito católico, dijo, es importante en primer lugar integrar activamente al recién llegado en la comunidad parroquial, haciéndole participar en la vida de los grupos y pidiendo su colaboración para el catecismo o las actividades del consejo pastoral.

Otras propuestas del padre Olivero son: la creación de comunidades étnicas o al menos de experiencias de oración estable en su lengua; adopción por parte de cada diócesis de un instrumento que coordine la pastoral de los inmigrantes poniendo en red las iniciativas de las parroquias y de los movimientos eclesiales; la formación de agentes con competencia específica y la apertura de ventanillas de acogida y de servicio.

No pecar de ingenuidad
En la relación con otras religiones, que debe darse en clima de gran respeto, es también necesario no pecar de ingenuidad, según el padre Olivero: «Un lugar parroquial, concedido de manera estable a los musulmanes para la oración, se convierte para ellos en un lugar consagrado a Alá que no puede ser destinado a otro uso».

Actualmente, ha manifestado el padre Olivero, la acción de las comunidades parroquiales es sobre todo de tipo asistencial: dinero, alimentos, búsqueda de alojamiento. Pero se puede hacer más: formación de laicos comprometidos que participen en proyectos de acogida; parroquias con un grupo de voluntarios que abran un centro de acogida; crear un lugar de recreo para los menores inmigrantes o institutos religiosos que ponga a disposición locales con albergue gratuito para las mujeres en dificultad.

Sobre el tema de la inmigración, volvió a intervenir el cardenal Giacomo Biffi, arzobispo de la ciudad, quien ya en días pasados había acaparado la atención de los medios de comunicación Cf. «Italia: el cardenal Biffi propone favorecer la inmigración católica» al proponer que el Gobierno italiano favorezca la inmigración de países católicos o culturalmente cercanos a Italia. En esta ocasión, ha utilizado palabras más fuertes. Denunció el caso de musulmanes que vienen a Italia «dispuestos a permanecer ajenos a nuestra humanidad».

«Por más que parezca ajeno a nuestra mentalidad o incluso paradójico –continuó diciendo– , el único modo para promover el principio de reciprocidad por parte de un Estado laico sería el de consentir en Italia a los musulmanes, a nivel de instituciones, lo que efectivamente se permite en sus países a los demás».

Las palabras del cardenal han sido recibidas con interés por los participantes, pues sirvieron para poner sobre la mesa de discusión problemas serios a los que se deben dar respuestas adecuadas (se dan, por ejemplo, muchos divorcios de italianas casadas con musulmanes, con el agravante de que la ley islámica prevé que la educación de los hijos dependa únicamente del padre), aunque no son compartidas por los representantes de la Cáritas ni por las organizaciones eclesiales de acogida, quienes consideran que por encima de cálculos y leyes está el mandato evangélico de dar la bienvenida al emigrante, sin importar raza, cultura o religión.

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ZENIT Staff

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