La selección polaca, que venía sumamente motivada, lució un juego mucho más ágil y creativo.

El partido de fútbol tuvo lugar en un terreno de fútbol en la Vía Aurelia Antigua, cerca del Vaticano Los polacos tenían el público a favor, pues asistió una gran cantidad de compañeros sacerdotes de los seleccionados y de religiosas compatriotas residentes en Roma. Los Guardias Suizos son menos en Roma y, además, algunos de ellos tenían que quedarse en el Vaticano a garantizar los turnos de guardia.

El árbitro del partido fue el ex entrenador de la selección nacional de fútbol de Polonia, Jerzy Engel. El encuentro duró sólo una hora (dos tiempos de 30 minutos) y concluyó poco después de las 7 de la tarde, cuando ya anochecía.

Los sacerdotes polacos iban particularmente motivados pues en la mañana de ese día habían concelebrado la eucaristía con Juan Pablo II en su capilla privada del Vaticano. Al despedirse de los sacerdotes, el Santo Padre les deseó victoria. Y luego, bromeando, les dijo: «Tened cuidado, pues si ganáis, los Guardias Suizos no os dejarán entrar en el Vaticano».