CIUDAD DEL VATICANO, 8 oct (ZENIT.org).- La imagen de la Virgen de Fátima reunió ayer por la tarde, en torno a la plaza de San Pedro, los cinco continentes. Simultáneamente, comunidades cristianas de 150 países rezaron junto al Papa y 1.500 obispos la oración
mariana por excelencia: el Rosario.
Los cinco continentes también estaban representados en Roma en el momento en que se rezaron los misterios de Gloria. Un cardenal, un obispo y una familia dirigieron un misterio en este orden: Oceanía, Asia, América, África… Al llegar el turno de Europa, la encargada de dirigir la meditación fue sor Lucía dos Santos, de 93 años, la única de los tres pastorcillos que vieron a Virgen y que todavía vive, conectada con su comunidad por satélite desde el monasterio carmelita de Coimbra.
Los niños que acompañaban a sus padres en la plaza de San Pedro, ante la imagen de la Virgen, jugaban o bailaban despreocupados, sin darse cuenta de la solemnidad del momento.
En la breve alocución que pronunció el Papa al final de la ceremonia, afirmó refiriéndose a María: «No ha habido siglo ni pueblo al que Ella no haya hecho notar su presencia, llevando a los fieles especialmente a los pequeños y a los más pobres luz, esperanza y consuelo».
El «Rosario Mundial», como ha comenzado a llamarse, coincidió en el tiempo con el primer Jubileo de los Obispos de la historia, que este fin de semana reunió en torno al Papa a 1.500 obispos, entre cardenales y prelados, pertenecientes a un centenar de conferencias episcopales.