La Santa Sede denuncia ante la ONU los efectos nefastos del embargo

Intervención del «embajador» del Papa ante la asamblea general

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NUEVA YORK, 20 oct (ZENIT.org).- La Santa Sede ha vuelto a tomar la palabra ante la asamblea general de las Naciones Unidas para denunciar las nefastas consecuencias que tienen las sanciones económicas internacionales sobre las poblaciones más pobres.

El encargado de hacer resonar el pensamiento del Papa en el palacio de cristal de la ONU en Nueva York fue el arzobispo Renato Martino, observador permanente de la Santa Sede ante esta institución, quien tomó ayer la palabra ante la plenaria reunida para discutir sobre la «eliminación de medidas coercitivas económicas como medios presión política y económica».

«La Santa Sede siempre se ha opuesto al uso de medidas económicas coercitivas que atentan contra el desarrollo social de una nación y de su gente», dijo el «embajador» del Papa ante la ONU.

Los casos en los que la inutilidad del embargo ha sido más evidente, como ha denunciado en otras ocasiones la Santa Sede y el mismo Juan Pablo II, son Cuba, Irak y hasta hace unos días, Yugoslavia, cuyas restricciones económicas han sido redimensionadas (Cf. «El hambre en el mundo – Un reto para todos: el desarollo solidario», n. 16, Consejo Pontificio «Cor Unum», 1996).

En muchas ocasiones, añadió Martino, «la Santa Sede ha hecho presente su preocupación sobre los efectos de estas medidas no sólo sobre las naciones en que se imponen, sino también sobre aquellos Estados que sufren los negativos efectos de las barreras comerciales, que son también parte de estas medidas».

«Por desgracia –explicó con preocupación el prelado–, el derecho a compartir las ventajas de los bienes materiales y la creación de un mundo que sea más justo y próspero se han visto amenazados continuamente por la imposición de medidas económicas que no son sólo coercitivas sino que además tienden a asfixiar el auténtico espíritu de cooperación orientado hacia un desarrollo económico y social sostenible».

Las respuestas de las delegaciones de los países a un informe redactado sobre este argumento por la Secretaría General de la ONU, constató el arzobispo, ponen de manifiesto que buena parte de los países están en contra de estas medidas.

La Santa Sede, concluyó el nuncio apostólico, ha querido unir su voz a la de estos Estados, a través de numerosas Resoluciones y propuestas que, desde hace tiempo, han pedido la abolición de las sanciones, en cuanto incompatibles con el derecho internacional, con los objetivos de la Carta de la ONU y con el espíritu de la Cumbre del Milenio, celebrada en septiembre pasado en esa misma sede de las Naciones Unidas.

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ZENIT Staff

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