NUEVA YORK, 8 nov (ZENIT.org–AVVENIRE).- Monseñor Joseph Fiorenza, presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, tiene muy clara cuál ha sido la reivindicación más importante presentada por los católicos en estas elecciones presidenciales: «La defensa de la vida, desde la concepción hasta la muerte natural».
«No hay duda de que este ha sido el tema más importante para los católicos en las elecciones –añade– y será el tema más importante también en el futuro».
«Tiene lugar en estos momentos una campaña contra el carácter sagrado de la vida que se manifiesta en el aborto, el suicidio asistido y la pena de muerte –continúa diciendo monseñor Fiorenza, quien es además obispo de Galveston Houston–. El nuevo presidente tendrá un papel central en esta confrontación porque casi seguramente nombrará suficientes jueces del Tribunal Supremo, como para cambiar la mayoría del tribunal más importante de los Estados Unidos».
«Mi esperanza es que sean elegidos magistrados decididos a respetar la Constitución estadounidense que protege la dignidad de la vida humana», añade el prelado.
–No ha sido fácil para los católicos escoger en las urnas al candidato. George Bush era contrario al aborto pero favorable a la pena de muerte. Al Gore, en cambio, mantenía ambas propuestas.
–Monseñor Fiorenza: Es verdad. Desde nuestro punto de vista, no existía un candidato ideal. Espero que los católicos, también a nivel parlamentario, hayan votado basándose en la enseñanza de la Iglesia y en su conciencia. Luego veremos si será posible hacer progresos.
–Tratemos de afrontar los temas uno por uno. Sobre la pena de muerte, ¿es posible cambiar la postura de la sociedad estadounidense?
–Monseñor Fiorenza: En poco tiempo probablemente no. Pero las dudas sobre las ejecuciones están aumentando, y el movimiento favorable a la moratoria está adquiriendo fuerza. Si los equilibrios siguen cambiando así, al final los políticos deberán tenerlo en cuenta. Respecto a la criminalidad, en general, queda abierto también el problema de la difusión de las armas.
–¿Y sobre el aborto?
–Monseñor Fiorenza: Aquí había una diferencia bastante clara entre los dos candidatos. Bush había prometido al menos firmar la ley para vetar el aborto por decapitación (o por nacimiento parcial). Gore, en cambio, era favorable al aborto en todos los casos. El resultado de la elección de ayer por tanto tendrá una influencia sobre la postura del país respecto a este tema.
–Antes del voto, el Congreso había aprobado una ley federal que en la práctica anula todas las iniciativas de los Estados a favor de la eutanasia, pues impide que los médicos puedan prescribir fármacos con el fin de ayudar a los pacientes a quitarse la vida. ¿Que pasará con esta norma?
–Monseñor Fiorenza: Antes o después acabará entrando en vigor, pues los dos candidatos presidenciales habían dicho que estaban a favor.
–La instrucción ha sido una de las cuestiones centrales de la campaña electoral, con Bush, que favorecía los cheques escolares, y Gore, que se oponía a toda forma de financiación de las escuelas privadas. ¿Qué espera la Iglesia en este sector?
–Monseñor Fiorenza: Estamos convencidos de que las instituciones católicas no reciben un apoyo proporcionado a la instrucción que ofrecen a millones de estudiantes de todas las edades. Se trata de un servicio a la sociedad, que merece ser reconocido. Somos favorables a los cheques escolares, por ejemplo en la forma en que han sido adoptados en Florida, donde el gobernador es Jeb Bush.
En general, de todos modos, esperamos que el nuevo presidente sea sensible a este tema. Existen muchos modos de ayudar al servicio que ofrecemos, que no tienen que ver necesariamente con la enseñanza de la religión y, por tanto, no entran en contradicción con el principio constitucional de separación entre Iglesia y Estado.
–Los dos candidatos difieren también sobre cómo conservar la prosperidad alcanzada en los últimos ocho años y cómo hacer que pueda beneficiar a todos. Bush proponía usar el superávit del presupuesto para recortar los impuestos, mientras que Gore quería usarlo para invertir en programas estatales como las pensiones, la sanidad, la enseñanza ¿Cual es su punto de vista?
–Monseñor Fiorenza: La Conferencia Episcopal no ha tomado una posición oficial sobre la manera en que debe usarse el superávit o los recortes a los impuestos pero estamos empeñados en que los pobres reciban la atención que merecen. Seguramente vivimos en un periodo de gran prosperidad y en este clima sería un escándalo si no todos tienen acceso a la sanidad, a la enseñanza o a una casa decente.
–La inmigración es otro tema central. ¿Qué postura se espera de la próxima administración?
–Monseñor Fiorenza: Somos un gran país y podemos acoger a los inmigrantes. La mayor parte de ellos vienen porque en su país no logran tener una existencia decente y nosotros no podemos dar la espalda a estos necesitados. La inmigración, por otra parte, ha sido también la fuerza de América. Lo importante es que el flujo de las personas tenga un objetivo. Nuestras leyes, además, deben ayudar a la integración, respetando la unidad de las familias y la dignidad de la vida.
–Estados Unidos es la única superpotencia que ha quedado en el mundo y, por tanto, la elección de un nuevo presidente influencia también al resto del mundo. Estados Unidos, en el futuro, ¿será aislacionista o seguirá siendo el guía a la comunidad internacional?
–Monseñor Fiorenza: Estados Unidos no puede permitirse el lujo de ser aislacionista, por su papel y por sus mismos intereses. Se puede discutir sobre la presencia de las tropas estadounidenses en los Balcanes o en cualquier otro lugar. Lo que no puede ponerse en duda es el compromiso de Washington a favor de la paz y del equilibrio. Esperamos, por tanto, que el nuevo presidente relance la relación con la ONU, asumiendo todas las iniciativas útiles para prevenir la guerra, en este marco de colaboración internacional.
–La mediación en Oriente Medio, ¿tiene que continuar?
–Monseñor Fiorenza: Estados Unidos puede favorecer una solución de ese antiguo conflicto a condición de que tenga en igual consideración las exigencias de Israel y las de la Autoridad Palestina. Sobre la cuestión de Jerusalén esperamos que avance finalmente la idea de un estatuto internacional: si no encuentran una fórmula para que todas las religiones puedan compartir esa ciudad santa no llegarán nunca a la paz.