WASHINGTON, 12 nov (ZENIT.org).- La Universidad Católica de Washington entregó el viernes pasado a Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, su máximo reconocimiento, el doctorado «honoris causa».
La solemne ceremonia tuvo lugar en la Basílica nacional de la Inmaculada Concepción de la capital estadounidense y contó con la participación de su arzobispo, el cardenal James A. Hickey.
Tres mil personas llenaron el templo. Entre los presentes, destacaban delegaciones representativas de judíos, budistas, hindúes y musulmanes afroamericanos.
El cardenal Hickey habló de la obra de Chiara Lubich como uno de esos signos de la nueva primavera de la Iglesia. En particular, subrayó el corazón de la espiritualidad de los Focolares –«¡Que todos sean uno!»– que sigue inspirando a hombres y mujeres no sólo católicos, sino también de otras confesiones religiosas.
En su intervención, Chiara Lubich delineó los rasgos de una nueva pedagogía –el doctorado le fue conferido en esta disciplina– que encuentra su sabia en el Evangelio: la espiritualidad de la unidad.
Una pedagogía que lleva a que nuestro mundo «no sea una Babel sin alma –dijo–, sino una experiencia del Dios-con-nosotros, capaz de abrazar a toda la humanidad».
Chiara Lubich es fundadora y presidente de un Movimiento difundido en más de 180 países, con más de 7 millones de adherentes y simpatizantes, comprometido en abrir nuevos caminos para la unidad de la familia humana, con el diálogo entre las religiones, entre cristianos de diversas Iglesias, con personas de convicciones no religiosas.
El Movimiento de los Focolares fue aprobado por la Santa Sede desde 1962 y, de manera definitiva, en 1990.