Los inmigrantes, ¿problema o recurso?

Congreso internacional sobre el mensaje de la madre Cabrini

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CIUDAD DEL VATICANO, 13 nov (ZENIT.org).- Los inmigrantes ¿son un problema o un recurso? ¿Las formas de intolerancia son un fenómeno de racismo que se remonta a los cánones tradicionales de la raza y la sangre o se trata de una ideología nueva y diferente?

A estas y a otras preguntas incisivas ha tratado de responder el congreso internacional «La dignidad del inmigrante: el mensaje de la madre Francesca Cabrini» que se ha celebrado del 10 al 12 de noviembre en el Vaticano por iniciativa del Consejo Pontificio para los Migrantes.

La figura de la madre Francesca Cabrini es significativa, de hecho es la patrona de los emigrantes. Dedicó su vida al servicio de la dignidad de los inmigrantes.

Sor Mary Louise Sullivan, misionera del Sagrado Corazón y profesora de historia de la emigración, ha explicado cómo «sor Cabrini creó una red de escuelas, hospitales, orfanatos, y programas de servicio social en todos los Estados Unidos con especial atención a los inmigrantes».

«En esta acción –indicó sor Sullivan– la madre Cabrini ha favorecido el desarrollo de una pastoral para los inmigrantes. La Iglesia ha acogido el mensaje cuidando la formación de sacerdotes multiculturales y la integración de las ciencias sociales con la teología con el fin de favorecer la integración y la evangelización de los emigrantes en las Iglesias locales».

Lucetta Scaraffia, de la Universidad La Sapienza de Roma, trazó un perfil interesantísimo de quienes ha definido «los dos protectores de los emigrantes», es decir el padre Giovanni Scalabrini (fundador de los Misioneros de San Carlos) y la madre Francesca Cabrini.

«Dos personas muy diferentes –explicó–. El primero, un eclesiástico, un hombre de cultura y de gran sensibilidad política y social, un estratega del papel de la Iglesia en la sociedad de aquel tiempo.

Cabrini en cambio «una mujer apasionada, movida por el deseo de actuar para honrar a Jesús, que no conoce los problemas de la Iglesia pero que es capaz de aceptar una tarea imprevista por obediencia».

«Por una parte se dio una autoridad social, con capacidades políticas e intelectuales, y con un proyecto de intervenir donde la Iglesia no está –señaló la profesora Scaraffia–, por la otra, nos encontramos con el deseo de abrazar al mundo para llevarlo a Cristo».

Un amor que llevó a la madre Cabrini, como constató la catedrática, a una obra de «emancipación femenina» que « ha sido olvidada».

El profesor Saskia Sassen, de la Universidad de Chicago, afrontó la relación que existe entre emigración y globalización, explicando que hoy asistimos a un nuevo tipo de intolerancia racial. En los años treinta, se trataba de racismo antropológico, mientras que hoy, aún continuando los prejuicios sobre la estructura física, asistimos a actos de intolerancia cultural. Se advierte la presencia del inmigrante como un peligro para el equilibrio social».

El arzobispo Francesco Goia, secretario general del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes y de los Itinerantes, explicó que la inmigración forma parte de la naturaleza humana, «el hombre es nómada por naturaleza» y que el mensaje de Jesucristo es el de acoger al peregrino.

«El gran mensaje de la madre Cabrini –concluyó monseñor Gioa– ha sido el de indicar la acogida como la única vía que respeta la dignidad del emigrante. En esto la madre Cabrini da dignidad al emigrante porque ha aplicado el Evangelio».

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ZENIT Staff

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