CIUDAD DEL VATICANO, 22 nov (ZENIT.org).- Un jugador de fútbol italiano se encuentra luchando entre la vida y la muerte, víctima del puñetazo de un contrincante. Un episodio que ha servido para que el diario oficioso del Vaticano exija al mundo del deporte profesional una reflexión sobre sus auténticos valores.
En su edición italiana de ayer, «L´Osservatores Romano» informaba sobre la triste historia de Francesco Bertolotti, jugador de un equipo de tercer división, el Módena, quien recibió en los vestuarios un puñetazo de Massimiliano Ferrigno, capitán del equipo contrario, el Como, tras un encontronazo en el partido por el que fue expulsado este último.
Tras el puñetazo, Bertolotti, de 33 años, casado y con dos hijos, cayó al suelo, se golpeó la cabeza y ahora se encuentra en coma, en condiciones gravísimas.
Gaetano Vallini, en las páginas de «L´Osservatore Romano», constata que ahora se suceden los comentarios de quien condena sin ambages el hecho y de quienes, en cambio, tratan de buscar atenuantes.
Ahora bien, añade, «incluso tomando en cuenta estas últimas observaciones, el ámbito en el que ha sucedido, hace que el episodio sea difícilmente justificable –añade–. Los protagonistas son dos futbolistas, dos profesionales, ciertamente, pero en todo caso dos deportistas. Y el deporte no puede y no debe ser esto, ni siquiera en los momentos de exasperación extrema, en los casos de presiones internas y externas. Si no, no tiene razón de ser».
El diario, recordando las palabras del Papa en el Jubileo de los Deportistas, en las que recuerda que el deporte es exaltación también de lealtad, generosidad, solidaridad, y autodisciplina, indica que lo que sucedió el domingo «es la negación de todo esto».
Señala que hay que interrogarse seriamente sobre éste y otros episodios «graves y alarmantes» (cita casos de agresiones físicas o racistas entre jugadores que juegan en Europa) e indica también que, aunque las responsabilidades son personales, «el mundo del fútbol espectáculo resulta deteriorado de lo que es el acontecimiento deportivo en sí, por los excesivos intereses económicos» que exasperan la presión sobre los protagonistas.
«Esto, a la larga –añade–, hace perder de vista las motivaciones de fondo». Por eso, «L´Osservatore Romano» recuerda que «si son los mismos jugadores los que dan el mal ejemplo, ¿cómo se puede pretender que los hinchas no hagan los mismo?».
El artículo concluye afirmando que «Ferrigno, capitán del equipo –el jugador que debería ser el más responsable– con su gesto desconsiderado y criminal ha perdido seguramente el partido más importante».
