ROMA, 23 nov (ZENIT.org).- Pocas semanas después de que Juan Pablo II haya proclamado a Tomás Moro, patrono de los políticos, la Universidad Pontificia Lateranense de Roma organizó ayer un congreso internacional sobre uno de los modelos más insignes de hacer política en el siglo XX, Igino Giordani.
Giordani (1894-1980), casado y padre de cuatro hijos, fue escritor, periodista, intelectual, político, pero sobre todo cristiano convencido. En Italia, es considerado como uno de las figuras más significativas de la política.
El Congreso fue inaugurado por monseñor Angelo Scola, rector de la Universidad Lateranense, dirigida directamente por la Santa Sede. Intervinieron, además, importantes politólogos, como el profesor Antonio Maria Baggio y Tommaso Sorgi, exponente del Centro Igino Giordani.
En el encuentro, se recordó la crítica que a veces se hacía a Giordani, a quien se le consideraba un «cristiano ingenuo por su capacidad para mirar el mundo con la mirada de Dios». Por no bajar a compromisos que ponían en tela de juicio la democracia y la libertad, tuvo que emprender el camino del exilio en la época fascista.
¿Qué tiene que decir al mundo de hoy Igino Giordani? Sorgi, en declaraciones a los micrófonos de Radio Vaticano, responde: «Creo que vuelve a plantear su invitación a vivir grandes ideales, a considerar la política como un gran acto de amor a toda la humanidad. Él decía a los políticos: «Todos tenemos necesidad de santidad. Y los políticos la necesitan en ración doble, pues están más expuestos a los peligros de la corrupción, de la ambición, de la lucha, del odio, de la venganza»».
Para Giordani el hombre es la imagen de Dios, su efigie. «Esto transforma todas las relaciones humanas –continúa explicando el profesor Tommaso Sorgi–. Todos, incluso los ricos, los potentes o los políticos son Jesús. Decía que la historia es un «quinto Evangelio», que Dios nos habla a través de los acontecimientos, aunque sean negativos».
Giordani dedicó gran atención a la economía y al trabajo, un argumento subrayado por Gianni Manzone, profesor de Doctrina social de la Iglesia en la Universidad Pontificia Lateranense.
«Su atención se centraba sobre todo en el hombre –explicó en el Congreso–. En una obra suya, Giordani afirma que la producción es para el hombre y no el hombre para la producción. Subrayaba, además, que la persona se realiza precisamente en el a actividad laboral, que debe ser vivida y animada por la caridad».
La vida de Giordani cambió cuando conoció a Chiara Lubich y el Movimiento de los Focolares, en el que vio un camino de santidad abierto a todos.
La socióloga Vera Araujo, del Movimiento de los Focolares, recuerda: «Él mismo lo decía: su inmensa cultura se sumergió en las olas vivificantes de la caridad y de la unidad. A partir de aquel momento, su pensamiento tomó un nuevo vuelo, algo que él explicaba de manera muy concreta: antes era un hombre que afrontaba batallas, desde aquel momento, soy un hombre que ama, que sirve».