CIUDAD DEL VATICANO, 29 nov (ZENIT.org).- Con un llamamiento a «los pueblos industrializados y ricos a hacer un profundo examen de conciencia que traiga un correcto equilibrio social y económico a nivel mundial» se ha concluido hoy en el Vaticano el Congreso internacional «Globalización, económica y familia».
Los doscientos participantes en el encuentro –periodistas, políticos, catedráticos, intelectuales de América y Europa– han abogado por una nueva clave de interpretación de la globalización «orientada esencialmente hacia la solidaridad».
El encuentro, organizado por el Consejo Pontificio para la Familia, en la Antigua Sala del Sínodo del Vaticano ha sido testigo de la intervención de personajes de gran influencia mundial, entre quienes se encontraba, por ejemplo, el alcalde de Santiago de Chile, Joaquín Lavín, Robert Sirico, presidente del Acton Institute (Estados Unidos), el profesor Michael Schooyans, de la Universidad de Lovaina y uno de los grandes expertos mundiales en cuestiones éticas y demografía.
Juan Pablo II quiso hacerse presente en las sesiones de trabajo enviando un mensaje, en el que propone la creación de un nuevo pacto social a escala mundial, en el que se garantice una mayor cooperación a todos los niveles que no excluya a los países pobres, como sucede en estos momentos.
«No es suficiente limitarse a medidas que redestribuyan las riquezas producidas, sino que es necesario que en la misma producción de los bienes estén presentes instancias más solidarias», explica.
El pontífice, en el mensaje que lleva la firma del secretario de Estado vaticano, el cardenal Angelo Sodano, afirma también que hoy se impone con urgencia la necesidad de reafirmar la primacía de la política, en el sentido original y más elevado del término.
En su intervención Joaquín Lavín, quien ha sido candidato a la presidencia de Chile, recordó, según explica un comunicado de la Santa Sede, en su intervención que «la familia tiene que ponerse en el centro de las preocupaciones de un gobernante. Las familias tienen que organizarse y estar dinámicamente presentes y tener un diálogo permanente con los políticos y con quienes son elegidos por el pueblo».
«Hay programas necesarios y posibles para salir al encuentro de las necesidades de la familia, que es un bien para la sociedad –continuó explicando el alcalde de la capital chilena–. Tienen que ser programas de auténtica política familiar».
Otro de los políticos que intervinieron fue Rocco Buttiglione, presidente del partido Centro Democrático Unido de Italia, quien hizo un análisis sobre la situación de la familia «que sin duda ha sido debilitada, y que de este modo no logra desempeñar las funciones que tradicionalmente ha realizado».
«En particular, en la Unión Europea, constató el filósofo y político, tenemos necesidad de incrementar el número de los nacimientos, si no queremos desaparecer de la historia».
Como respuesta a esta situación, George Weigel del Ethics and Public Policy Center de Washington trazó las líneas del «futuro de la familia» a partir del pensamiento de Juan Pablo II.