ROMA, 5 dic (ZENIT.org).- En la crisis que sufre Oriente Medio, entre maniobras políticas y la lucha sin cuartel entre israelíes y palestinos, hay una presencia a menudo silenciosa que corre el riesgo de pasar inadvertida: la de las comunidades eclesiales, cristianas y católicas, diseminadas por aquella tierra. ¿Cuál es la impresión de los cristianos de Israel y de Palestina sobre este momento, suspendido entre una paz ofuscada y un conflicto que parece haber desenterrado la violencia de los días más oscuros? ¿Y qué papel desempeña la Iglesia local en la resolución de esta crisis? El padre Ignazio Mancini, ex custodio de Tierra Santa y hoy delegado en Italia de la Custodia franciscana, ha hablado de este tema en declaraciones a «Radio Vaticano».
–Ante todo, ¿cuál es el estado de ánimo de los católicos en Tierra Santa?
–Ignazio Mancini: Hay un malestar extendido, un malestar real no sólo en la pequeña comunidad franciscana, sino en todo el ámbito cristiano. Esta vez, la crisis dura demasiado tiempo respecto a los conflictos anteriores y entonces, cuando las dificultades se prolongan, las comunidades y los grupos, especialmente los cristianos, que es el más débil y el menos protegido, resienten los efectos de manera terrible.
–¿Existe en la actualidad una línea de diálogo de la Iglesia local con las autoridades palestinas y con el Gobierno israelí?
–Ignazio Mancini: Sí, existe pero no a nivel internacional y nacional. Se da también el diálogo
entre la Santa Sede y los israelíes y palestinos. Desde las comunidades locales presentamos nuestras sugerencias –y también nuestras protestas– a la Secretaría de Estado vaticana para que
luego las transmita o las utilice como mejor considere.
–Por tanto, podemos decir que no hay muchos contactos a nivel de Iglesia local con las autoridades implicadas en la crisis.
–Ignazio Mancini: No exactamente. Israel tiene un departamento dedicado a las comunidades religiosas, a las comunidades cristianas. De este modo, cuenta con funcionarios cuya misión consiste en resolver estas cuestiones, y es allí, en esa sede, donde tenemos contactos permanentes.
–¿Es capaz de atisbar la paz en el fondo de este túnel oscuro que con el pasar de los días pareced convertirse en una auténtica guerra?
–Ignazio Mancini: Haciendo una comparación meteorológica, podría decir que en Tierra Santa no hay nunca un cielo sereno, estable. El clima es siempre variable y esta vez no es sólo variable sino además empeorado por un temporal. La esperanza es siempre la última que muere, por tanto, ciertamente, se deberá llegar a un acuerdo entre las partes: los palestinos para empezar a vivir y los israelíes para poder vivir en paz. Deberán, tanto unos como otros, renunciar a algo, sin obstinarse.
–¿Por tanto, también la comunidad católica y franciscana de Tierra Santa está convencida de que sin diálogo no hay esperanzas de paz?
–Ignazio Mancini: El diálogo es necesario. Los israelíes son cinco millones y están bien armados, pero no pueden tener paz porque están rodeados de países árabes. Deben, por tanto, sentarse en una mesa, aunque la negociación sea difícil. Y considero, por experiencia, que incluso cuando hayan firmado el acuerdo sobre el papel, no habrá de todos modos una paz realmente estable.