CIUDAD DEL VATICANO, 15 dic 2000 (ZENIT.org).- Directores y actores de cine y teatro, artistas de circo y televisión…, han comenzado a llegar esta mañana a Roma para celebrar juntos, ya sea que vengan de Hollywood o trabajen en las calles, el Jubileo del mundo del espectáculo.
El prólogo de estas jornadas jubilares, las últimas por categoría del año santo, tuvo lugar en la Basílica romana de Santa María la Mayor, donde el arzobispo John Patrick Foley, presidente del Consejo Pontificio para las comunicaciones sociales, hizo un llamamiento a estos hombres y mujeres de los más variados escenarios a la conversión, como mejor preparación para vivir la Navidad del Jubileo.
En la tarde de hoy, las celebraciones continuaron en la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén, con una liturgia penitencial en la que los artistas imploraron el perdón de Dios y confesaron individualmente sus pecados en el sacramento de la confesión.
Mañana comenzará la gran fiesta. Roma se convertirá en un auténtico escenario. Los artistas de la calle desfilarán desde la Plaza del Pueblo hasta la Iglesia de San Ignacio. Luego, ya en la tarde, se reunirán en los estudios de la productora Titanus para participar en un encuentro en el que artistas famosos y desconocidos ofrecerán su testimonio de fe con los lenguajes que mejor saben utilizar (canción, danza, teatro, circo, etc.).
Las plazas de Roma, mañana y pasado, serán invadidas por artistas, saltimbanquis, bandas de música, humoristas, para ofrecer espectáculos populares.
Monseñor Enrique Planas, director de la Filmoteca Vaticana y uno de los organizadores de este Jubileo, explica en declaraciones a Zenit: «Es la primera vez que el mundo del espectáculo en toda su complejidad, no sólo el profesional, sino también en las formas amateur, incluido el de la calle o el itinerante, ofrece su testimonio de fe, sin privilegios y todos con el mismo protagonismo».
–Zenit: En general, al hablar de espectáculo uno piensa inmediatamente en Hollywood y en estrellas con honorarios de millones de dólares. Quizá esta es la imagen que podría tener la gente de este Jubileo.
–Monseñor Enrique Planas: Ciertamente los divos son divos. Ahora bien, al preparar este gesto jubilar hemos tratado de situar el protagonismo en un segundo plano, pues todos son personas, además de artistas. Ante el Jubileo, hemos dado los mismos espacios a unas formas de arte que a otras.
–Zenit: ¿Cuál es el momento más importante de este Jubileo?
–Monseñor Enrique Planas: El momento clave es el del encuentro con Juan Pablo II en la celebración de la eucaristía en San Pedro, el domingo. Será también el momento de mayor participación. Si bien dura tres días, culmina en este momento, que tras la misa prevé también un encuentro personal de los artistas con el Santo Padre. Al final no me pregunte qué es lo que pasará en la plaza del Vaticano, pues 70 bandas de música ya han anunciado su participación y obviamente se van a hacer oír. Y como ellos, otros artistas llegarán con sus sorpresas. Lo que está claro es que todos podrán hacerse presentes.
–Zenit: Usted se encarga de aconsejar a Juan Pablo II cuando escoge las películas que él ve en privado. El Papa ha sido actor de teatro, ha escrito guiones que han sido llevados a la gran pantalla. ¿Cuál es la inquietud que quiere transmitir el Papa Wojtyla al mundo del espectáculo?
–Monseñor Enrique Planas: Como director de la Filmoteca Vaticana he asistido en estos años a una auténtica efervescencia en las relaciones de la Iglesia con el mundo del cine. Se puede constatar en el magisterio del Papa, en nuestra presencia en los festivales de cine, etc. Todo esto ha podido tener lugar porque el Papa lo ha propiciado con un talante acogedor. Creo que podemos decir que el mundo del espectáculo encuentra en el Papa un interés prioritario y especial. Cuando este mundo ha deseado encontrarse con él, el pontífice ha tomado inmediatamente la iniciativa. Este diálogo que se ha establecido entre el mundo del cine y el espectáculo ha dado lugar a una documentación pontificia que ha sido editada recientemente en un libro de la Editorial Vaticana.
–Zenit: ¿Qué es lo que ha dicho en todos estos años el Papa sobre el mundo del espectáculo?
–Monseñor Enrique Planas: Ante todo, Juan Pablo II deja claro que contemplar los fermentos de este mundo es algo que vale la pena. Y no sólo vale la pena prestar una atención prioritaria y pastoral, sino que además este diálogo tiene futuro y debe continuar.
Estas son dos consignas claras de este diálogo que el Papa ha iniciado con el mundo del cine y el espectáculo.
–Zenit: Ha habido un episodio muy significativo en este sentido, el momento en el que Roberto Benigni vio junto al Papa «La vida es bella». Quizá sea un momento simbólico, pues años antes el autor era más bien crítico con Juan Pablo II. Después, con su maduración artística, Benigni ha entablado también una preciosa relación con el pontífice.
–Monseñor Enrique Planas: Ante todo quiero hacer una premisa. Benigni ha sido enormemente delicado y respetuoso en el contacto que ha tenido con el Santo Padre. Jamás ha hecho uso público de ello, a pesar de que hubiera podido ser una ocasión de publicidad. Creo que él tiene que ser pagado con la misma moneda. Yo tuve la fortuna de estar presente en el momento en que él le proyectó su película al Papa. Pero creo que tanto el Santo Padre como Benigni agradecerán mi discreción.
Por lo que se refiere a Benigni, yo diría: «Por sus frutos los conoceréis». Su producción cinematográfica se está decantando cada vez más por un cine de valores. Yo creo que su producción cinematográfica no se desviará en el futuro de este camino.
La relación del Papa con Benigni ha tenido una gran repercusión, por su desbordante personalidad y porque fue premiado con el Oscar. Ahora bien, yo podría citar muchísimos otros casos de encuentros de artistas y cineastas con el Santo Padre. Pero no lo haré, pues estoy sometido a la misma discreción de la que antes le hablaba. Se han iniciado diálogos con ellos, a través de algunas plataformas, como la presencia de la Iglesia en los festivales. Ahora bien, quien pasa por mi despacho verá con relativa frecuencia a gente del mundo del cine que por un motivo o por otro están empezando a salir y entrar por las puertas del Vaticano con una cierta familiaridad. Esto es signo de un diálogo que está teniendo lugar en estos momentos. Y esto es muy esperanzador.