Juan Pablo II hace un balance del Jubileo

Recorre con sus colaboradores las etapas más emocionantes del año santo

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CIUDAD DEL VATICANO, 21 dic 2000 (ZENIT.org).- Juan Pablo II hizo en la mañana de hoy un balance del Jubileo del año 2000, la meta más esperada de su pontificado, como lo anunció desde el inicio de su primera encíclica, publicada hace ya casi 22 años.

El pontífice aprovechó su tradicional encuentro con sus colaboradores de la Curia Romana, que celebra todos los años en vísperas de la Navidad, para recorrer los momentos más emocionantes de este año santo, que clausurará el próximo 6 de enero al cerrar la puerta santa de la Basílica de San Pedro del Vaticano.

Se cumple la profecía del cardenal Wyszynski
Según ha revelado la Agencia Romana para el Jubileo, empresa de capital público italiano, 24,2 millones de peregrinos han visitado la Ciudad Eterna con motivo del año santo (Cf. «25 millones de peregrinos han visitado Roma en el Jubileo»).

Se ha cumplido así la profecía del primado polaco, el cardenal Stefan Wyszynski, pronunció al felicitar a Karol Wojtyla, recién nombrado sucesor de Pedro, hace 22 años: «Guiarás la barca de Pedro hacia el tercer milenio».

25 jubileos y récord de audiencias
A sus 80 años, en este año jubilar, Juan Pablo II ha participado en todos los eventos públicos programados, capaces de agotar a un joven. En ocasiones, como sucedió en las Jornadas Mundiales de la Juventud, en agosto, sorprendió por su buen humor, su lucidez y su capacidad para tener en el puño a los dos millones de chicos y chicas que se encontraron con él bajo un calor abrasador.

En otras ocasiones, el Santo Padre ha dado muestras de cansancio, compartiendo así momentos únicos de identificación con los peregrinos, como sucedió en el Jubileo de la tercera edad (17 de septiembre), el de los enfermos (11 de febrero) o discapacitados (3 de diciembre).

En total ha presidido 25 jubileos. Comenzaron el 2 de enero, con el de los niños, y concluyeron el 17 de diciembre, con el del mundo del espectáculo.

No ha faltado a ninguna de las tradicionales audiencias generales de los miércoles del Vaticano ni a los encuentros del domingo con los fieles, para rezar la oración mariana del «Angelus», en los que se ha batido un récord absoluto de presencias. De hecho, en este año, tuvo que añadir una audiencia general los sábados para poder encontrarse con la gran cantidad de peregrinos llegados a Roma. <br>
Microcosmos de la Iglesia universal
«La Plaza de San Pedro –constató hoy el Papa– ha sido este año más que nunca un «microcosmos» que ha reflejado todas las situaciones de la humanidad». En ella han tenido cabida «jóvenes y ancianos, artistas y atletas, discapacitados y familias, políticos y periodistas, obispos, sacerdotes y personas consagradas».

El Santo Padre recordó en particular la Jornada Mundial de la Juventud y el Jubileo de los Jóvenes «no sólo por la amplitud de presencia que los ha caracterizado, sino sobre todo por la entrega que los «chicos del Papa», como los han llamado, han sabido demostrar».

Pero el momento más íntimo para Juan Pablo II, en este Jubileo, ha sido quizá su deseada peregrinación a los lugares de la revelación. De este modo, recordó junto a cardenales, obispos, religiosas y religiosos y laicos de la Curia romana, el periplo que emprendió tras las huellas de Abraham (en la sala de audiencias del Vaticano, el 23 de febrero pasado, pues no pudo viajar a Ur de los Caldeos, Irak), que continuó tras las huellas de Moisés, por el Monte Sinaí (24 al 27 de febrero), y que culminó en Tierra Santa (20 al 26 marzo), donde mantuvo encuentros con cristianos, judíos y musulmanes y con las autoridades de Israel y Palestina.

Difícilmente se olvidará la imagen del Papa en el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén, introduciendo un pergamino en una de sus ranuras para pedir perdón a Dios por los sufrimientos ocasionados por los discípulos de Cristo a los judíos a lo largo de la historia.

Por eso, en su audiencia de hoy Juan Pablo II manifestó su esperanza de que Tierra Santa encuentre finalmente la paz: «Hoy queremos mostrar nuestra cercanía con cuantos están sufriendo en aquel agotador conflicto, e invocamos a Dios para que cese la violencia de los sentimientos y de las armas, y oriente los ánimos para que se encuentren soluciones adecuadas y se llegue a una paz justa y duradera».

Año contra la deuda y a favor de los presos
«El Gran Jubileo ha sido también un año para tomar conciencia de manera más intensa de la urgencia de la caridad, sobre todo en la dimensión de ayuda que hay que prestar a los países más pobres –reconoció el Santo Padre–. En este sentido ha tenido un gran significado el compromiso de la Iglesia en la reducción de la deuda internacional de los países pobres».

El Papa manifestó su agradecimiento a los gobiernos que se han movilizado para conseguir este objetivo y también a «los responsables de las naciones que han acogido mi insistente llamamiento para dar un signo de clemencia en favor de todos los prisioneros».

En el encuentro, el sucesor de Pedro agradeció la labor de todos sus colaboradores, que han hecho que su sueño para el Jubileo se convirtiera en realidad.

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ZENIT Staff

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