ATENAS, 3 mayo 2001 (ZENIT.org).- Después de la visita a Rumanía y Georgia, en 1999, Juan Pablo II emprende este 4 de mayo un viaje a otro país tradicionalmente ortodoxo, Grecia.
Se trata de un periplo tras las huellas de san Pablo sumamente delicado –ha sido precedido por protestas de sectores nacionalistas y tradicionalistas griegos– que busca promover el diálogo, desde siempre difícil para superar la fractura entre los cristianos de Oriente y Occidente que tuvo lugar hace casi mil años.
Pero se han dado también signos positivos. En febrero, el arzobispo ortodoxo de Atenas envió una bella carta a Juan Pablo II y después el Sínodo que el preside aceptó la visita del Papa. Un «vía libre» de importancia histórica, aunque con muchas cautelas (el pontífice no llega para los ortodoxos como Papa, sino como peregrino y jefe de Estado).
En Grecia, la presencia católica es muy reducida: Menos de 50 mil fieles en una población de 10 millones de habitantes, en su mayoría fieles a la Ortodoxia, a quien la Constitución griega reconoce como única religión oficial del Estado.
En esta entrevista, concedida a los micrófonos de Radio Vaticano, el arzobispo católico de Atenas, monseñor Nikolaos Fóscolos, explica cómo son las relaciones entre católicos y ortodoxos y sus esperanzas para este viaje.
–¿Cómo son sus contactos con la Iglesia ortodoxa?
–Monseñor Nikolaos Fóscolos: Aquí, en Grecia, por desgracia, no hay relaciones oficiales entre la Iglesia católica y la ortodoxa, pues esta última se considera prácticamente la única religión de Estado. Para la Iglesia ortodoxa todas las demás confesiones o religiones son consideradas como «religiones extranjeras». La única religión del país es la de la Iglesia ortodoxa. De modo que, por desgracia, no hay diálogo ecuménico ni relaciones a nivel oficial. Hay relaciones a nivel personal, pero no muy desarrolladas.
–¿Cómo ven los católicos de Grecia la visita del Papa?
–Monseñor Nikolaos Fóscolos: Para nosotros, católicos griegos, es una gran alegría tener al Santo Padre entre nosotros. Ciertamente estaríamos más contentos si las condiciones fueran mejores, pues una buena parte de la población no es muy favorable a esta visita y de vez en cuando tienen lugar manifestaciones de protesta. Pero espero que, a pesar de esta oposición de los más fundamentalistas y conservadores de nuestros hermanos ortodoxos, esta visita traiga buenos frutos: tanto a nivel nacional, como nivel de relaciones entre la Iglesia católica y ortodoxa.