CIUDAD DEL VATICANO, 18 mayo 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha vuelto a elevar su voz para pedir a los líderes de Oriente Medio que tomen «decisiones valientes» que comprometan a sus pueblos «a emprender el camino de la paz».
En este viernes, día en el que cumplía 81 años, el Papa recibió a nueve nuevos embajadores ante la Santa Sede que vinieron a presentar sus cartas credenciales. Provenían de Nepal, Túnez, Estonia, Zambia, Guinea, Sri Lanka, Mongolia, Sudáfrica y Gambia. A todos los dirigió palabras referidas a sus diferentes países. Ahora bien, quiso aprovechar su presencia para hacer público una propuesta de paz para Oriente Medio y el mundo en general.
«Durante mi peregrinación jubilar tras los pasos de san Pablo por Grecia, Siria y Malta –explicó el Papa, refiriéndose al viaje que tuvo lugar del 4 al 9 de mayo–, he seguido con atención los acontecimientos dramáticos que tenían lugar en la región de Oriente Medio. Quisiera aprovechar de nuevo la presencia de un número importante de diplomáticos para renovar con más fuerza todavía mi llamamiento a la paz en todos los continentes, invitando a los responsables de la vida social a tomar decisiones valientes que comprometan a los pueblos de manera decidida a emprender el camino de la paz y la reconciliación».
El llamamiento pontificio tenía lugar en un día que se revelaría trágico. Cinco palestinos murieron al menos este viernes tras un ataque de helicópteros israelíes contra un cuartel de seguridad palestino en la ciudad cisjordana de Naplusa. El ataque israelí se produjo horas después de la muerte de seis personas tras un atentado suicida con bomba en un centro comercial israelí.
Según el Papa, «la paz y la seguridad de las personas y de las comunidades son bienes esenciales». Por eso, explicó, «no se puede pensar el que un país construya su porvenir haciendo abstracción de los pueblos que le rodean o de las diversidades culturales y étnicas que le componen».
«Es necesario que todas las instancias locales, nacionales e internacionales –dijo–, se comprometan para que se resuelvan finalmente conflictos que han dejado ya demasiadas víctimas inocentes. En este sentido, el papel de la diplomacia es particularmente importante».
El obispo de Roma, concluyó haciendo un «llamamiento con todas mis fuerzas a que todos los servicios diplomáticos se comprometan a favor de una solución negociada de los diferentes conflictos y focos de tensión que existen en los diferentes continentes. Un compromiso así contribuirá a volver a dar confianza y esperanza a las poblaciones sometidas desde hace demasiado tiempo a situaciones de inestabilidad».