CIUDAD DEL VATICANO, 24 mayo 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha prometido que sacará «oportunas indicaciones operativas» de las propuestas que el consistorio de cardenales le ha presentado para afrontar los grandes desafíos que se presentan a la Iglesia en estos inicios de milenio.
El pontífice pronunció su promesa al clausurar solemnemente este jueves el sexto consistorio extraordinario de cardenales de su pontificado. Tres días en los que los 155 cardenales participantes han tomado espontáneamante la palabra para delinear las perspectivas de la Iglesia en estos inicios de milenio.
Estas propuestas habían sido recogidas el miércoles en la tarde, en presencia de los purpurados y del Papa, por la relación conclusiva del cardenal Juan Sandoval Iñiguez, arzobispo de Guadalajara. Contenían las intervenciones de los sesenta cardenales que tomaron la palabra, así como por las conclusiones de los grupos de trabajos distribuidos por ámbitos lingüísticos.
Durante la homilía de la solemne celebración eucarística de clausura, concelebrada con todos los purpurados presentes en la Basílica del Vaticano, el sucesor de Pedro reconoció: «La Iglesia tiene que afrontar hoy desafíos enormes que ponen a prueba la confianza y el entusiasmo de los que anuncian su mensaje».
«Y no se trata sólo de problemas «cuantitativos» –advirtió–, debidos al hecho de que los cristianos representan una minoría, mientras el proceso de secularización continúa erosionar la tradición cristiana incluso en países de antigua evangelización».
Se trata de «problemas más graves aún», añadió, que «se derivan de un cambio general del horizonte cultural, dominado por la primacía de las ciencias experimentales inspiradas en los criterios de la epistemología científica».
El gran desafío cristiano del momento fue formulado por el obispo de Roma con estas palabras: «Incluso cuando se muestra sensible a la dimensión religiosa, es más, parece redescubrirla, el mundo moderno acepta como máximo la imagen de Dios creador, pero encuentra difícil aceptar el «scandalum crucis», el escándalo de un Dios que por amor entra en la historia y se hace hombre, muriendo y resucitando por nosotros».
El contexto contemporáneo, la globalización, plantea también «ulteriores problemas» a la evangelización del mundo actual, explicó el análisis de Juan Pablo II.
Este nuevo fenómeno, si bien «ofrece la ventaja de acercar a los pueblos y las culturas, haciendo más accesibles a cada uno innumerables mensajes, no facilita sin embargo el discernimiento y una síntesis madura, favoreciendo una actitud relativista que hace más difícil aceptar a Cristo como «camino, verdad y vida»».
Estos desafíos, continuó diciendo el Papa, encuentran su expresión más clara en los «interrogantes morales». «Nunca como hoy la humanidad es interpelada por problemas formidables, que ponen en cuestión su mismo destino, sobre todo en el campo de los grandes temas de la bioética, así como los de la justicia social, la institución familiar, la vida conyugal»
Precisamente para afrontar estos problemas el pontífice convocó este consistorio y a estos desafíos han dado respuesta los cardenales con un «análisis profundo» y «soluciones» concretas. Se trata de temas complejos, continuo diciendo, y, de hecho, algunos serán también afrontados en el próximo Sínodo de los Obispos del todo el mundo, que se celebrará en el Vaticano el mes de octubre.
Por todas estas aportaciones, el Papa dio las gracias a los cardenales y prometió: «pretendo sacar de ellas oportunas indicaciones operativas, para que la acción pastoral y evangelizadora en toda la Iglesia crezca en la tensión misionera, con plena conciencia de los desafíos de hoy».
En este sentido, advirtió en su homilía el pontífice, el problema no está en responder con palabras, «multiplicadas hasta lo inverosímil por los medios de comunicación social». La respuesta que el mundo pide a los cristianos es el testimonio de la santidad. Esta es quizá la conclusión en la que más ha insistido este consistorio, independientemente de orientaciones y sensibilidades de sus cardenales.