BUENOS AIRES, 29 mayo 2001 (ZENIT.org).- Argentina «se encuentra secuestrada por las dirigencias partidarias o por los intereses que las sostienen y dominan, contrarios a los intereses de la nación». Estas fueron las durísimas palabras que ha pronunciado el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer.
El momento no podía ser más significativo: el «Tedeum» conmemorativo del 191° Aniversario del Primer Gobierno Patrio.
«Obligado a votar –añadió el prelado–, este pueblo ya no cree que pueda llamarse democracia a la gimnasia electoral que con excesiva frecuencia practicamos».
Tras señalar que «los economistas acusan al gasto público como causa universal de nuestros males y los comunicadores repiten frívolamente la afirmación», el arzobispo se quejó de otro gasto «más funesto»: la deshonestidad, y también «del deterioro de las instituciones, la erosión del ámbito dignísimo de la acción política, el descrédito acelerado de todas las instancias de representación, la desconfianza y la sospecha generalizadas».
«Bajo este smog –precisó– el aire se torna irrespirable, es decir, resulta poco menos que imposible la convivencia virtuosa en la ciudad, la vida auténticamente política de la comunidad, y así queda amenazado el destino mismo de la nación».