BUCAREST, 6 diciembre 2001 (ZENIT.org).- La Santa Sede denuncia que en estos momentos se está utilizando «con demasiada frecuencia» la religión con motivos políticos y terroristas, pero al mismo tiempo confirma que las convicciones religiosas ofrecen una contribución indispensable a la creación de una cultura de la paz.
«En este momento en el que la religión es utilizada con demasiada frecuencia con fines políticos, o peor aún para matar en nombre de Dios, es de primera importancia proclamar claramente que las convicciones religiosas libremente aceptadas y traducidas en la vida personal y colectiva son una riqueza y una oportunidad para cada uno y para toda la sociedad», ha afirmado el «ministro» de Asuntos Exteriores del Vaticano, el arzobispo Jean-Louis Tauran.
El secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados hizo estas declaraciones al intervenir en la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), institución de la que forman parte 55 Estados, celebrada en Bucarest entre el 3 y el 4 de diciembre.
El prelado francés comenzó alabando el papel que en este año de presidencia ha desempeñado Rumania, precisamente en el campo religioso: promoción de la libertad religiosa y de respeto entre creyentes.
«Hoy más que nunca, después del 11 de septiembre --siguió diciendo el representante papal--, la comunidad internacional necesita reflexionar sobre la manera en que hay que promover eficazmente una cultura de la paz».
«La violencia --añadió--, los conflictos sin resolver, el miedo al otro, la reivindicación de una identidad construida frecuentemente en oposición al otro, el rechazo del diálogo hacen que hoy día las reinvidicaciones de minorías étnicas, la suerte de los refugiados, el papel de la ley y de los valores de la democracia se hayan convertido en algunos países en cuestiones por resolver».
Por tanto, explicó el delegado vaticano en la reunión de la OSCE, «se impone una cooperación sin desfallecimiento para eliminar los factores que engendran frustración entre las personas, que minan la seguridad internacional y obstaculizan el buen funcionamiento de las instituciones internacionales».
«No faltan instrumentos jurídicos para actuar con éxito --añadió--; lo que falta con frecuencia es la voluntad política para ponerlos en práctica».
En este contexto, la delegación vaticana pidió a la OSCE fortalecer «la dimensión económica y ecológica de la organización».
La reunión de la OSCE en Bucarest concluyó con una declaración de los países miembros contra el terrorismo.
Al comentar el documento, el presidente de la reunión, el ministro de Asuntos Exteriores de Rumania, Mircea Geoana, afirmó: «La OSCE no es la organización que dirige la lucha contra el terrorismo, pero puede afrontar algunas de sus causas, las desigualdades políticas y sociales que ofrecen un terreno fértil para las ideologías extremistas».
«Comenzando por la idea de que ninguna circunstancia o causa puede justificar el terrorismo, el plan de acción de Bucarest identifica y afronta varios factores sociales, económicos, y políticos que engendran condiciones que sirven a las organizaciones terroristas para reclutar individuos y para ganar apoyo», explica en un comunicado la OSCE.
En este contexto, la OSCE «ofrecerá a los Estados participantes asistencia en la implementación internacional de las convenciones y protocolos contra el terrorismo, aumentará su actividad para promover los derechos de las personas que pertenecen a minorías nacionales, y actuará para prevenir y suprimir las actividades terroristas de financiación».
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Dec 06, 2001 00:00