CIUDAD DEL VATICANO, 26 marzo 2002 (ZENIT.org).- Tierra Santa, «patrimonio mundial de espiritualidad», tiene necesidad de la solidaridad de todos los cristianos, afirma una carta enviada por la Santa Sede.
El autor de la misiva enviada a los obispos es el cardenal Ignace Moussa Daoud, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, quien invita a los católicos del mundo a colaborar con la colecta a favor de los Santos Lugares («Pro Terra sancta») que se celebrará como todos los años el Viernes Santo.
Organizada todos los años, esta campaña de donativos estimula a los creyentes, según explica el purpurado sirio, a enviar a la Iglesia de una tierra tan particular «la caridad de sus oraciones, el calor de su comprensión y el signo tangible de su solidaridad».
«La prolongación de la tensión en Oriente Medio, sin que se den todavía pasos decisivos y conclusivos hacia una meta de paz» constituye, según el cardenal Daoud, «un grave y constante peligro» para lugares que siguen siendo fundamentales para la geografía de la fe.
Lo demuestran los numerosos peregrinos que se dirigen a esas tierras para rezar y, en cierto sentido, para encontrarse con el «Evangelio visible» escrito sobre aquellas piedras y aquellos escenarios sin tiempo.
Pero la Tierra Santa, sigue explicando el patriarca, además de ser un lugar de recuerdo es también teatro de la obra de una Iglesia viva: una comunidad de creyentes compuesta de fieles pertenecientes a diferentes ritos, que está comprometida en la educación de niños, en el apoyo a los jóvenes sin trabajo, en la asistencia a los discapacitados.
Sometida a través de los siglos a innumerables pruebas y vicisitudes, debilitada últimamente por la emigración, la comunidad católica es una realidad necesitada de apoyo material y moral, asegura la misiva.
La solidaridad, como concluye el mensaje, debe tener el objetivo de «generar en los fieles de todo el mundo el amor por esa patria común que es la tierra del Señor», que busca paz y serenidad.