CIUDAD DEL VATICANO, 27 marzo 2002 (ZENIT.org).- Es necesario poner al hombre en el centro del desarrollo, reivindicó este lunes la Santa Sede ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
La segunda intervención del arzobispo Diarmuid Martin, observador permanente de la Santa Sede, ante la sesión anual de la Comisión que está teniendo lugar hasta el 26 de abril en Ginebra, estuvo consagrada al primer principio de la Declaración de Río de 1992: «Los seres humanos están al centro del interés del desarrollo sostenible».
Para la Santa Sede, como explicó su representante, «las personas humanas son el punto central de una economía basada en los conocimientos».
«Su iniciativa y creatividad son la fuerza motriz e innovadora de una economía moderna», añadió. Ahora bien, constató, «la triste realidad es que muchas personas, quizá la mayoría hoy, no tienen los medios que podrían asegurarles ocupar su lugar de forma eficaz y humanamente digna dentro de un sistema productivo en el que el trabajo es realmente esencial».
Por este motivo, el prelado aseguró que «actualmente la pobreza no puede definirse sólo en términos de falta de ingresos, sino más bien en términos de capacidad de desarrollar completamente ese potencial humano con el que Dios ha dotado a cada hombre y mujer. Combatir la pobreza significa desarrollar el potencial humano».
Monseñor Martin concluyó subrayando que «el derecho de las personas a desarrollar plenamente sus capacidades» es el «requisito esencial para el desarrollo de una economía fuerte y moderna».