ROMA, 17 abril 2002 (ZENIT.org).- «Os imploro que detengáis inmediatamente todas las hostilidades». Este el llamamiento lanzado a las partes en conflicto en Madagascar por el superior del hermano Roger Morin, víctima del fuego cruzado.
El padre Morin, de 75 años, falleció el pasado viernes en Fianarantsoa (400 kilómetros al sur de la capital, Antananarivo), en el noviciado de su Congregación, los Hermanos del Sagrado Corazón.
El hermano Justin Rakotondrasoa, provincial de la Congregación, ha revelado que el religioso fue víctima del fuego cruzado que produjo impactos de bala en la casa religiosa.
El noviciado, que alberga a doce novicios, postulantes y hermanos, está situado en una de las principales carreteras que llevan al centro de la ciudad, a casi un kilómetro de la catedral.
Los contactos telefónicos con los hermanos del noviciado indicaban que la situación en torno a la casa se calmó el viernes hacia mediodía y que el cuerpo del religioso fue acompañado a la morgue del hospital por el superior de la casa y un doctor. El funeral tuvo lugar el pasado 15 de abril en Ambatolampy.
«Pido a ambas partes que negocien una solución que permita restablecer la paz, reabrir las escuelas, hacer de los lugares de oración sitios seguros y restituir a los jóvenes y a sus profesores la confianza en los propios líderes políticos», pide en un comunicado el padre Bernard G. Couvillion, superior general de los Hermanos del Sagrado Corazón.
La situación de la tercera ciudad de la isla degeneró cuando los militares decidieron proceder por la fuerza a la sustitución del gobernador Emilson (fiel al presidente saliente Didier Ratsiraka) por el líder de la delegación especial Pety Rakotoniaina (nombrado por el presidente ´alternativo´ Marc Ravalomanana).
Emilson, desde hace ya dos semanas, está atrincherado en su palacio, defendido por gendarmes que le son fieles. En el intercambio de disparos murieron seis personas, entre ellas el misionero de origen estadounidense, y cuarenta fueron heridas.
«Estoy impresionado y desanimado por la muerte del hermano Morin. Para mí es difícil que un hombre tan gentil y amable, que adoraba Madagascar hasta el punto de haber pasado 51 años de su vida, haya sido segado por una violencia política infligida deliberadamente y de una manera desconsiderada», afirma el superior general.
«Su pérdida será sentida por sus alumnos, sus colegas de la educación católica y por los hermanos del Sagrado Corazón de Madagascar no sólo por las funciones que desempeñaba tan admirablemente y con tanta competencia, sino por su dedicación al pueblo malgache, su contagioso buen humor y su dedicación a la Iglesia y a la vida consagrada», indica el hermano Couvillion.
«¿Cómo pueden los políticos pretender ser líderes de un país dividido en feudos?», concluye el religioso dirigiéndose directamente a los dos presidentes.
El conflicto institucional en Madagascar se inició tras el primer turno de las elecciones presidenciales del 16 de diciembre pasado. Los datos difundidos por el tribunal constitucional malgache indicaban que el alcalde de la capital había obtenido el 46,2% de los votos y Ratsiraka el 40,8%, por lo que ninguno habría obtenido el 50% necesario para vencer en la primera vuelta.
Pero el Comité pro Ravalomanana denunció embrollos e irregularidades, inundando de denuncias las fiscalías del país y reivindicando el 52,1% de las preferencias, un resultado que habría permitido evitar la segunda vuelta prevista para el 24 de marzo y ya superada por los acontecimientos.
El 22 de febrero, en el estadio municipal de Antananarivo una multitud oceánica proclamó jefe del Estado a Ravalomanana, el cual ha recibido también la formal investidura de ocho magistrados cercanos e él.
En respuesta, los cinco gobernadores de las provincias autónomas malgaches han declarado la secesión de Antananarivo, apoyando a Ratsiraka y proclamando un nuevo Estado con capital en Tamatave, ciudad natal y actual residencia del mismo presidente saliente.