PARIS, 2 mayo 2002 (ZENIT.org).- Varios obispos franceses han reaccionado enérgicamente al intento de apropiación de Jean Marie Le Pen de la figura de santa Juana de Arco, patrona de Francia.
El candidato presidencial del Frente Nacional, de extrema derecha, reunió el miércoles a los suyos ante la estatua ecuestre de la Doncella de Orleáns, en Place des Pyramides de París.
«Juana de Arco no pertenece a nadie. En nuestra historia, testimonia la resistencia a todas las traiciones, a la mentira y al odio», ha afirmado ante este gesto monseñor Georges Gilson, arzobispo de Sens-Auxerre.
El obispo de Clermont-Ferrand, Hippolyte Simon, denunció el día anterior la explotación «partidista» y «neo-pagana» de la guerrera por parte del Frente Nacional.
La alarma ha salido a la opinión pública ahora, pero en realidad Le Pen se enorgullece de una larga relación con la Doncella. Desde 1988, cada 1 de mayo, hace desfilar a sus militantes ante la estatua y le rinde homenaje como si fuera la protectora de su movimiento.
«La santa declaró –monseñor Gilson– es de todos. Pero, gracias a una hábil manipulación, la extrema derecha desarrolla una forma de idolatría, una concepción neopagana de las relaciones entre el Estado y la religión».
En días pasados, habían advertido ante las tesis xenófobas de Le Pen otros representantes de la Iglesia: el cardenal Lustiger; el arzobispo de Burdeos, Jean-Pierre Richard; y el obispo de Saint Denis, Olivier de Beranger.