CIUDAD DEL VATICANO, 3 mayo 2002 (ZENIT.org).- El diálogo entre culturas y religiones constituye el desafío más importante del escenario internacional actual, según aseguró este viernes Juan Pablo II al encontrarse con el nuevo embajador de Marruecos ante la Santa Sede.
«En este inicio de tercer milenio –explicó–, las circunstancias difíciles e inquietantes de la situación internacional incitan fuertemente a los hombres de buena voluntad a reforzar los lazos de confianza entre sí y la convicción de actuar juntos a favor del diálogo y la paz».
El pontífice se refería de manera explícita al contexto internacional surgido tras la crisis internacional creada por los ataques terroristas del 11 de septiembre, así como por las repercusiones del sangriento conflicto en Oriente Medio.
Al igual que hizo el 24 de enero pasado, en el encuentro de líderes religiosos de Asís, el obispo de Roma insistió en el deber que tienen «los responsables de las naciones y las autoridades espirituales» de «desplegar sus esfuerzos sin cansancio para hacer que pierda terreno la violencia que rige con demasiada frecuencia las relaciones entre los hombres y los grupos en nuestro mundo».
El pontífice pidió a estos líderes «denunciar claramente todas las falsas legitimaciones de la violencia, especialmente en nombre de la religión, y afirmar sin recovecos su apego al diálogo y la paz».
Al referirse en particular a la situación que vive en estos momentos Tierra Santa, el Papa insistió en la necesidad de «la reanudación de las negociaciones entre las partes enfrentadas», pues «el conflicto armado no tiene salida y no da perspectiva ni esperanza».
«Sólo el diálogo valiente, animado por la voluntad de construir un porvenir posible para todos los habitantes de esa tierra, así como para todas las comunidades que viven en ella, podrá traer una paz justa y duradera», aseguró.
Dado su lugar geográfico y su peso en el mundo árabe e islámico, Juan Pablo II invitó a Marruecos a convertirse en «puente» «por una parte hacia Europa occidental y a todos los países que se encuentran en torno al Mediterráneo, unidos ya por una larga historia común; y por otra hacia África subsahariana, a quien los flujos migratorios acercan al Magreb».
El 98,7% de los 30.645.305 de habitantes de Marruecos son musulmanes. Los cristianos conforman el 1.1%, y los judíos el 0.2%.
El nuevo embajador de Marruecos, monarquía constitucional, ante la Santa Sede es Mohamed Sbihi, de 53 años, quien en el pasado ha sido embajador en Angola y ante las instituciones de la ONU en Ginebra.