El Papa comienza en la isla de Ischia una nueva serie de viajes apostólicos

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Tras dos grandes encuentros multitudinarios, cita a los jóvenes en Toronto

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ISLA DE ISCHIA, 5 mayo 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II hizo este domingo una visita pastoral a la estupenda isla mediterránea de Ischia, frente a la ciudad de Nápoles, comenzando así una serie de intensos viajes que realizará en los próximos meses.

El primer viaje de un obispo de Roma a esta isla estuvo caracterizado por dos momentos culminantes: la eucaristía dominical, en la que participaron unos quince mil fieles; y el encuentro festivo con ocho mil jóvenes.

En una isla conocida desde la Antigüedad por sus estupendas aguas termales, convertida hoy en importante meta turística para ciudadanos del norte de Europa, el Santo Padre exaltó el valor cristiano de la acogida.

El valor de la acogida cristiana
El pontífice invitó así a los cristianos de Ischia a hacer de su isla «un laboratorio privilegiado de esa acogida típica, que los discípulos de Cristo están llamados a ofrecer a todos, independientemente del país o cultura a los que pertenezcan».

«Cuando nos sentimos amados, nos sentimos más fácilmente empujados a amar –aseguró en la homilía–. Cuando se experimenta el amor de Dios, estamos más dispuestos a seguir a Aquel que amó a sus discípulos «hasta el final», es decir, hasta el don total de sí mismo».

«Este es el amor que la humanidad necesita quizás más que nunca, pues sólo el amor es creíble. La fe inquebrantable en este amor ha inspirado a los discípulos de Jesús de toda época pensamientos de paz, abriendo de par en par horizontes de perdón y concordia», dijo el pontífice desde un altar colocado a los pies del imponente castillo aragonés de 1447.

Ischia ofreció una acogida desbordante a la visita pastoral a Italia número 142 del pontificado de Karol Wojtyla, que dentro de quince días cumplirá 82 años. En la plaza de Ischia Ponte, en la mañana no cabían más fieles y, de hecho, muchos de ellos siguieron la eucaristía desde unas 600 embarcaciones de pescadores.

Los organizadores de la visita, incluido el obispo Filippo Strofaldi, propusieron al Papa quedarse unos días en la isla para recuperarse más rápidamente de la artrosis en la rodilla derecha que le aqueja desde finales de febrero. El Santo Padre no pudo aceptar la invitación, a causa de los numerosos compromisos que ya tiene en su agenda para las próximas semanas.

El pequeño periódico local «Ischiamondo» salió con el titular en primera página: «Santo Padre, venga a curarse aquí su rodilla enferma».

«Arrivederci» en Toronto
Tras comer en el obispado de la Isla con los obispos italianos de la zona, Juan Pablo II recibió en la explanada de una pequeña iglesia, meta de peregrinaciones de los marineros, el calor «napolitano» de ocho mil chicos y chicas, a quienes dio cita para finales de julio, en Toronto, donde tendrán las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ).

En su intervención, Juan Pablo II recordó el lema de ese acontecimiento, que debería reunir en Canadá a más de medio millón de jóvenes –«Vosotros sois la sal de la tierra… Vosotros sois la luz del mundo».

Al invitarles a ser «sal de la tierra» a los chicos y chicas que le escuchaban, el sucesor de Pedro les exhortó a dar «sabor y belleza a la vida», a mostrar «con gestos concretos y la convicción de las palabras que vale la pena vivir y vivir juntos el amor que Jesús vino a revelarnos y a donarnos».

Después les alentó a ser «luz del mundo», a propagar la luz de Cristo en todo ambiente, «especialmente donde no es conocido o amado, o incluso rechazado».

«Haced comprender con vuestra vida que la luz que procede de lo alto no destruye lo que es humano; al contrario, lo exalta, como el sol que con su fulgor pone de relieve las formas y los colores –dijo a los muchachos–. Dio no es el competidor del hombre, sino el amigo auténtico, su más fiel aliado».

Los jóvenes le respondieron con un canto que habían compuesto para este encuentro: «Sigue, Papa, sigue; camina con nosotros».

Tras este encuentro, el pontífice regreso al Vaticano con el mismo helicóptero del Ejército italiano que le trajo a la isla. El viaje y los largos encuentros públicos, bajo un día de sol límpido, pusieron a prueba la resistencia del pontífice.

Juan Pablo II debería viajar del 22 al 26 de mayo a Azerbaiyán y Bulgaria. A finales de julio volará a Canadá para encontrarse con los jóvenes en Toronto, y después a Guatemala y México. En la segunda mitad de agosto debería visitar su Polonia natal.

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ZENIT Staff

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