TORONTO, 11 junio 2002 (ZENIT.org).- El domingo llegó a Toronto el símbolo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Una peregrinación de 15 kilómetros con banderas, cantos y oración transportó la Cruz de las Jornadas Mundiales llevada a hombros por los jóvenes.
Cuando faltan cuarenta días para la JMJ, esta procesión ha sido el anticipo del entusiasmo que contagiará a la metrópoli canadiense a finales de julio. El itinerario se realizó por las calles de la ciudad, desde el seminario de San Agustín hasta la catedral de San Miguel, donde se celebró una oración presidida por el cardenal Aloysius Ambrosic.
Durante seis semanas, la Cruz recorrerá el territorio de la arquidiócesis y también se detendrá en lugares significativos.
Tras haber recorrido Italia (última sede de las JMJ), el símbolo juvenil ha viajado por otros lugares de Norteamérica, como Alaska. En Estados Unidos hizo una parada de oración por las víctimas en la «Zona Cero» («Ground Zero»), lugar de la tragedia del 11 de septiembre.
La cruz llegó al territorio diocesano de Toronto el 6 de junio procedente de la diócesis de Peterborough; completaba así el recorrido de las comunidades católicas del país, iniciado en Montreal el 28 de abril.
En la ceremonia de entrega estuvieron presentes los obispos de las dos diócesis, así como un representante de la eparquía ucraniana. En efecto, la Cruz fue luego trasladada a la iglesia católica de San Jorge de los Ucranios en Oshawa. De aquí fue llevada en días sucesivos a otros lugares. Ahora su destino es el centro de la ciudad que espera a los «centinelas de la mañana», como apodó Juan Pablo II a los jóvenes al despedirse de ellos en agosto de 2000, en Roma.