Los obispos de EE. UU. piden perdón a las víctimas de abusos de sacerdotes

Dramáticos testimonios conmueven a la asamblea

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ROMA, 13 junio 2002 (ZENIT.org).- Algo menos de trescientos obispos y cardenales comenzaron este jueves la esperada reunión de Dallas (Texas) –destinada a ofrecer una respuesta conjunta a los escándalos sexuales de sacerdotes– pidiendo perdón a las víctimas.

«La Iglesia católica en Estados Unidos atraviesa un crisis muy grave, quizá la más grave que hayamos conocido», reconoció en su discurso de apertura el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos, monseñor Wilton Gregory, obispo de Belleville (Illinois).

Dirigiéndose a las víctimas, les transmitió su «contrición más sincera». «En mi nombre y en nombre de todos los obispos, expreso a cada uno de vosotros que ha sufrido abusos sexuales por parte de un sacerdote o de otro miembro de la Iglesia, nuestras más profundas excusas», dijo monseñor Gregory.

«Estoy profundamente afligido y siempre lo estaré por el daño que se os ha ocasionado. Pedimos vuestro perdón», añadió.

«Solo con una sincera confesión, una profunda contrición, y un firme propósito de enmienda podemos tener la esperanza de recibir la generosa misericordia de Dios y el perdón de nuestros hermanos y hermanas», dijo Gregory.

La Conferencia episcopal estadounidense celebra durante tres días en Dallas su sesión de primavera totalmente dedicada a la adopción de una carta de conducta con respecto a los sacerdotes acusados de pederastia.

El proyecto de «Carta por la protección de los niños y de los jóvenes», que está siendo analizado, prevé la exclusión inmediata de sacerdotes que sean acusados de pederastia en el futuro y el compromiso de informar a las autoridades sobre las acusaciones de abusos sexuales.

«Ha habido meses, años, y décadas de terribles sufrimientos y de dolor, en particular para las víctimas que han sobrevivido, sus familias, así como para otros en la Iglesia», recordó el obispo.

«No se pueden repetir los errores del pasado», advirtió el obispo Gregory.

En el marco del encuentro, algunas de las víctimas de abusos de sacerdotes o seminaristas ofrecieron su dramático testimonio ante la asamblea.

«Este crimen ha dejado profundas secuelas en mi alma», dijo Paula González Rohrbacher de Juneau (Alaska) a los obispos, contando cómo fue violada por un seminarista muy amigo de su familia cuando era adolescente.

«He permanecido siendo una fiel católica. Les pido que se acuerden de mí y de todas las víctimas al tomar decisiones durante esta conferencia», añadió la señora González, madre de familia de 37 años.

«Les suplico que adopten una política de tolerancia cero. Será un mensaje para todas las víctimas que confirmará que nosotros somos la primera preocupación», imploró.

Otra víctima, Craig Martin de St. Cloud, Minnesota, lloró al recordar cómo fue molestado por un sacerdote un día en el que salió con el de pesca. Confesó que esa experiencia perturbó su existencia, que acabó hundiéndole en el alcohol y la depresión, dañando incluso las relaciones con sus padres. Hoy está sometido a tratamientos médicos.

Las víctimas han considerado que su diálogo con los obispos significa un paso importante. «Queremos dar las gracias a los obispos por su apertura de espíritu, su voluntad para escuchar el dolor y el sufrimiento que hemos tenido que soportar», afirmó otra de las víctimas, Barbara Blaine, que sufrió abusos sexuales entre los 12 y los 16 años.

Desde que estalló el escándalo a inicios de año, cuatro obispos estadounidenses han presentado su dimisión a Juan Pablo II, y 250 sacerdotes han sido retirados del ejercicio de su ministerio sacerdotal.

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ZENIT Staff

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