LORETO, 11 junio 2002 (ZENIT.org).- Cuarenta mil jóvenes europeos de Italia, Suiza, Polonia y Croacia participaron en una peregrinación a Loreto, la noche del sábado al domingo pasados, por invitación de Comunión y Liberación, acogida por otros movimientos y asociaciones.

El lema elegido este año por los organizadores es el mismo de la Jornada Mundial de la Juventud: «Vosotros sois la luz del mundo». Loreto es el santuario en el que, según la tradición, fue transportada piedra a piedra la casa de María.

En el encuentro se acogió a la «Llama de la Paz», el símbolo que reunió a los líderes religiosos del mundo el 24 de enero pasado en Asís. Llegó al santuario mariano procedente de la ciudad de san Francisco traída por atletas de la región.

En los próximo días, tras hacer etapa en Roma, la «Llama de la Paz» llegará a Toronto donde el 25 de julio, con ocasión de la JMJ, será llevada a la celebración presidida por el Papa.

«¿Por qué he venido a la peregrinación? Porque soy atea y quiero ver el rostro de quienes creen en Jesús», resonde Eleonora, 17 años, con «piercing» en la nariz.

Lleva dentro muchas preguntas que antes de venir aquí no han encontrado respuesta, «pero sin respuestas no se puede vivir, y a mí no me basta con seguir preguntando».

Entre los jóvenes había muchas «Eleonoras», cada una con sus preguntas, cada una a caza de respuestas.

El padre Giancarlo Verrica, al final de la peregrinación, al encender su teléfono móvil se encontró con el mensaje de dos amigos de Turín que le daban las gracias porque la peregrinación les ha ayudado «a comprender más».

«Cada vez hay decenas de testimonios así, que llegan de gente fascinada de lo que encuentra aquí. También por esto la peregrinación sigue siendo siempre un hecho sorprendente y nos da confirmación de que el Misterio camina junto a nosotros», declaraba este martes el sacerdote en declaraciones a Avvenire.

En la homilía de la misa, celebrada al finalizar la peregrinación por el cardenal Giovanni Battista Re, prefecto de la Congregación vaticana para los Obispos, recordó a los chicos y chicas que «la peregrinación responde a una exigencia del espíritu, a una sed de Dios, que cada vez más se transparenta en los hombres y en las mujeres de nuestro tiempo».

Los peregrinos escuchaban las palabras del cardenal después de haber caminado durante ocho horas en la noche y en la madrugada.