Es urgente analizar la «toxicidad de la televisión»

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Lo pide el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer

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BUENOS AIRES, 3 septiembre 2002 (ZENIT.org).- El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, considera que sería bueno que «se multiplicaran las buenas noticias por televisión, porque lo que recibimos abundantemente todos los días desde la pantalla no es precisamente eso: ni buenas noticias, ni Evangelio».

En declaraciones publicadas por la agencia católica argentina Aica consideró que este examen debe comenzar por «esos programas que ahora se llaman «de investigación» y que en realidad son oficinas de difamación, agencias donde se construyen campañas mediáticas inspiradas por el ideologismo o movidas por el dinero».

También fustiga a los denominados «talk shows» y «reality shows», en los cuales «se exhiben las vergüenzas más inconcebibles, donde se promueve procazmente las desviaciones sexuales, sin límite alguno para la impudicia. Todo eso y mucho más llega abundantemente por la televisión a miles y miles, a millones de personas y de familias».

Ante ello, monseñor Aguer manifestó que «nosotros hoy estamos preocupados. Hay mucha gente preocupada, por el medio ambiente y por cómo se va intoxicando la tierra que habitamos, el aire que respiramos, y cómo todo eso penetra en nuestro cuerpo y en nuestra alma».

«Creo que es urgente hacer un examen sobre la toxicidad de la televisión y sacar las consecuencias. Con esto no estoy queriendo decir que no haya programas buenos», insiste. «En realidad, lo que digo recoge el eco de tantísimas quejas que no tienen cómo canalizarse».

Más adelante, el pastor platense se pregunta «cómo es posible que se gaste tanto dinero en tan poca cosa sin advertir el daño que se hace a la educación popular».

«Ni quiero pensar en el daño y la prematura iniciación en lo malo de la vida que se ofrece a los chicos día tras día –explica–. La deseducación del pueblo que se hace a través de los medios, en especial por la televisión, es uno de los problemas más graves que vamos a tener que afrontar en el futuro».

«Hay mucha gente que gasta dinero en todo esto –añadió–. Hay muchas empresas, comerciantes, estudios de marketing, que se mueven, precisamente, detrás de todo esto sin que los televidentes hagan otra cosa mas que abrir sus pupilas y quedarse hipnotizados allí delante de este aparato».

En lo que llama una «invitación al discernimiento», subraya que «tenemos que usar muy bien el control remoto (mando a distancia), saber elegir aquello que queremos ver y cuidar a nuestros chicos de esa especie de tóxico universal que emana de las pantallas de televisión. Y no estoy hablando de censura ni nada por el estilo sino de la prudencia de gente que no quiere dejarse intoxicar impunemente».

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ZENIT Staff

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