PALERMO, 4 septiembre 2002 (ZENIT.org).- El choque de civilizaciones llevará a la ruina de toda civilización, constató el encuentro de líderes religiosos por la paz concluido este martes en Palermo.
A esta conclusión llegaron un representante estadounidense y un libanés en un debate mantenido en el encuentro «Hombres y Religiones», organizado por la Comunidad de San Egidio, en presencia de 400 importantes representantes de las religiones monoteístas.
«En ningún momento del pasado reciente, el escenario ha estado tan preparado como hoy para lo que podría ser un choque desastroso entre civilizaciones», afirmó David Smock, del Instituto Estadounidense de la Paz.
Por este motivo, añadió «en ningún momento del pasado reciente ha habido una necesidad más urgente y una oportunidad más propicia para que grupos de fe se comprometan en un diálogo significativo para promover la reconciliación».
Smock subrayó que «con deplorable frecuencia, la religión es un elemento en el conflicto internacional» aunque no sea la causa principal.
El acontecimiento del 11 de septiembre, en este sentido, «ha dejado dolorosamente clara la necesidad de mejorar la comprensión entre cristianos, musulmanes y judíos. Hay numerosas ideas equivocadas e incomprensiones y hay poca comunicación eficaz».
También el contacto cultural entre islam y occidente, por ejemplo, «ha sido arruinado por relaciones de poder históricamente desiguales que han hecho al mundo a Occidente arrogante e insensible y al mundo musulmán frecuentemente a la defensiva e inseguro».
Al estadounidense le respondió Ghassan Theni, libanés, presidente de del grupo editorial «Les editions Dar An-Nahar», quien trató de explicar a «nuestros amigos estadounidenses en especial» que las civilizaciones actuales son fruto de herencias ofrecidas por las culturas que han forjado a la humanidad.
Por ello, advirtió, «Si se da un choque de civilizaciones, la única salida es la destrucción de toda civilización en ambos lados».
«No habrá libertad ni será previsible ninguna forma de paz en el caso en que todo la imposición de la paz se convierta en nueva fuente de conflicto», constató.
La solución –afirmó– se puede encontrar en una globalización que respete «la diversidad y la multiplicidad».
«Una búsqueda común de gobernabilidad –concluyó– que respete los derechos humanos fundamentales no puede ser llevada a cabo con la violencia sino con la convivencia que viene de la paz, la justicia y el respeto al otro».