BAGDAD, 18 septiembre 2002 (ZENIT.org).- El líder católico más representativo de Irak ha expresado su «alivio» tras el anuncio de Irak de permitir el regreso de inspectores internacionales de desarme.
Su beatitud Raphael I Bidawid, patriarca de Babilonia de los Caldeos (Bagdad), ha afirmado: «Esperamos que a las promesas sigan los hechos. El pueblo iraquí no puede soportar otros sufrimientos. Está agotado por doce años de dolor y tribulación. Ahora llega una nueva amenaza de destrucción y aniquilación».
En declaraciones concedidas a la agencia misionera Misna, reconoce que el cambio de actitud de Sadam Huseín es «un alivio para todos».
«Si de verdad hay guerra, llevará a la destrucción total: cristianos y musulmanes serán vendidos al mismo precio. Ruego al Señor para que aleje este flagelo», explica.
Para el patriarca caldeo un nuevo conflicto sería el final y desencadenaría un choque de grandes proporciones, dentro del mundo musulmán, entre suníes y chiíes.
«Se quiere justificar el ataque con la intención de golpear al presidente y a su Gobierno, pero se sabe muy bien que la guerra provocaría una tragedia inaudita en la historia», considera.
En Irak viven 22 millones de musulmanes y un millón de cristianos de diversas tradiciones y confesiones religiosas, de los cuales el 80% son católicos, en su mayoría caldeos.
«No creo que los Estados Unidos sean tan ingenuos como para desencadenar un conflicto contra el consenso de la humanidad», concluye.