Desde la proclamación de la unidad de Italia, tras la anexión de los Estados Pontificios, en julio de 1871, Roma se convirtió en la capital del país, un Papa nunca había visitado el Parlamento italiano.

Observadores del país consideran que este gesto constituye el culmen de la reconciliación entre el Estado italiano y la Santa Sede, que a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX se encontraban en abierta oposición.

La visita tiene lugar, aclara Navarro-Valls, en respuesta a una invitación formulada por los presidentes de la Cámara de los Diputados y del Senado.