Un museo recuerda en Roma a las almas del Purgatorio

Recoge documentos atribuidos a apariciones

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ROMA, 2 octubre 2002 (ZENIT.org).- La reciente invitación de Juan Pablo II a rezar por los difuntos, y en especial por las almas del Purgatorio (Cf. Zenit 17 de septiembre de 2002), es ilustrada de manera sorprendente por el único Museo del Purgatorio que existe en el mundo.

En realidad la exposición, que se encuentra en la Iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio, en Roma, acoge desde hace un siglo diez objetos relacionados con las almas del purgatorio. Las reliquias no quieren ser una prueba de la realidad del purgatorio sino más bien suscitar la devoción por las almas de los difuntos.

El Museo, o más bien la vitrina con estas reliquias, está situado dentro de la iglesia conocida como el pequeño duomo de Milán, por ser un caso casi único de gótico en la ciudad eterna. Está emplazada en el Lungotevere Prati 12 de Roma, muy cerca del Vaticano.

Las reliquias consisten básicamente en documentos y fotografías. Entre ellas encontramos la fotografía de una impronta de la difunta Leleux en la camisa de su hijo Joseph, la noche del 21 de junio del 1789 en Wodecq (Bélgica). La madre le recordó a su hijo que rezara y cambiara de vida. Sobrecogido por la aparición del alma de su madre difunta, el hijo dejó los devaneos mundanos y fundó una congregación laical.

También se expone el caso de un difunto que pide oraciones para reparar su poca piedad en vida, Joseph Schitz, que tocó con los cinco dedos un libro de oraciones en alemán de su hermano Georges en Sarralbe (Lorena), el 21 de diciembre el 1838.

Estos materiales son contemplados diariamente por turistas de todo el mundo y devotos del sufragio. Ciertamente, la muestra es exigua y puede suscitar desilusión. El celador de este espacio expositivo insiste en el valor interpelador de lo expuesto. A petición de los visitantes, les relata cómo el museo es una iniciativa de la Archiconfraternidad del Sagrado Corazón de Jesús, dedicada a rezar para el sufragio de las almas santas.

La autenticidad de las reliquias esta garantizada en la documentación publicada en «El purgatorio visitado por la caridad de los fieles», el boletín de la Archiconfraternidad, publicada sin interrupción desde el 1894, año en que el padre Vittore Jouët, misionero marsellés afincado en Roma, decidió fundar este museo.

Los orígenes de la recopilación se remontan al 1897, año del fuego que quemó la capilla en los terrenos de la actual iglesia. Entre las llamas, apareció la imagen de una persona sufriendo grabada en la pared. La creencia general fue que era una aparición de una alma del purgatorio. La imagen –perfectamente visible– es la primera de las reliquias que se pueden contemplar.

El padre Jouët recorrió Europa en busca de testimonios. Así empezó la recolección, llamada en los inicios «Museo Cristiano de Ultratumba»: improntas extraordinarias, signos, ropa marcada, fotografías… Los sucesores del padre Jouët, muerto en 1912, decidieron reducir el número de objetos visibles por no tener la certeza de su validez.

El valor de las reliquias –afirma el folleto informativo en distintos idiomas– es solo humano y no puede constituir una prueba de fe. El Papa Pío X quiso que se custodiaran para la posteridad y el estudio. Hoy solo se conservan una decena y la cautela y la discreción marcan el futuro de este museo fundado en 1897, que no tiene ánimos de expansión ni publicidad sino simplemente de testimonio.

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ZENIT Staff

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