El Papa beatifica a dos catequistas ugandeses y a cuatro misioneros

La santidad es la mejor manera anunciar el Evangelio, asegura

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CIUDAD DEL VATICANO, 20 octubre 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II celebró el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND) beatificando a dos adolescentes catequistas ugandeses, martirizados por su fe, y a otros cuatro misioneros.

Al final de la celebración, que tuvo lugar en una soleada mañana en la plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre agradeció a los misioneros y misioneras la entrega de su vida para anunciar el Evangelio.

«¡Estoy con vosotros todos los días!», dijo el Papa citando las palabras de Jesús para sintetizar el mensaje que quería dejar en esta jornada misionera.

«Estoy contigo, le dice Jesús a la Iglesia peregrina en el mundo –añadió–. Estoy con vosotros, jóvenes comunidades eclesiales en tierras de misión. No tengáis miedo de entrar en diálogo con todos: ¡llevad a cada uno el mensaje de la salvación! ¡Sed valientes!».

Este fue precisamente el testimonio que dejaron, según el pontífice, Daudi Okelo y Jildo Irwa, catequistas del norte de Uganda, brutalmente asesinados por su fe el 18 de octubre de 1918. Según fuentes históricas, Daudi tenía 16 años y Jildo 12.

La imagen de los dos muchachos fue expuesta en el centro de la fachada de la Basílica de San Pedro después de que el Papa pronunciara la fórmula solemne de la beatificación.

«Se presentan a toda la comunidad cristiana como ejemplos de santidad y virtud, y como modelos e intercesores para los catequistas a de todo el mundo, especialmente en aquellos países en los que los catequistas sufren todavía a causa de su fe, afrontando en ocasiones la marginación social e incluso el peligro personal», afirmó el Papa en la homilía.

Consideró que su ejemplo puede inspirar la vida de «muchos hombres y mujeres –en Uganda, en África y en todo el mundo– para responder con generosidad a la llamada a ser catequista, permitiendo que los demás conozcan a Cristo, y reforzando la fe de aquellas comunidades que han recibido recientemente el Evangelio de la salvación».

Una danza africana trajo a todos los presentes el calor de la fe de los bautizados de ese continente. En la plaza se encontraba presente una importante delegación ugandesa, dirigida por la vicepresidenta de la República Speciosa Wandira Kazibwe

El atrio de la Basílica estaba ornamentado con estupendas flores blancas, amarillas y rojas y entre las decenas de miles de peregrinos presentes se podían ver vestidos tradicionales africanos.

Durante la celebración se escucharon también cantos en tamil, para recordar a otra de los nuevos beatos, María de la Pasión –su nombre de pila era Hélène Marie de Chappotin de Neuville– (1839-1904), francesa, fundadora en la India, en 1874, del Instituto religioso de las Misioneras de María, que cuenta hoy con más de 8.000 religiosas en 77 países.

Desde este domingo ya es beata también una de las protagonistas de la nueva evangelización en Etiopía, Liduina Meneguzzi (1901-1941), italiana, primera religiosa beatificada de la orden de las Hermanas de San Francisco de Sales (Salesas). Su obra misionera quedó inesperadamente truncada, cuando al tener 40 años le descubrieron un cáncer.

En la celebración se encontraba presente el italiano Giacomo Colombo, de 52 años, junto a su mujer e hijos, quien quedó inexplicablemente curado en 1976 de las lesiones causada por un accidente de tráfico gravísimo, después de que su familia pidiera su curación por intercesión de la beata Liduina.

Los otros dos nuevos beatos son también italianos. Andrea Giacinto Longhin (1863-1936), religioso Capuchino y obispo de la diócesis de Treviso durante 32 años, donde, como recordó el Papa, se destacó por su pobreza y humildad. «Lo llamaban el obispo de las cosas esenciales», recordó.

El otro beato es Marcantonio Durando (1801-1880), sacerdote de la Congregación de la Misión, fundador de las Hermanas Nazarenas. Como san Vicente de Paúl, recordó el Papa, «supo reconocer en la humanidad de Cristo la expresión más grande y al mismo tiempo más accesible y desarmante del amor de Dios para cada hombre».

La beatificación de estos seis cristianos, aseguró el obispo de Roma «nos recuerda que el primer servicio que debemos ofrecer a la misión es el de la búsqueda sincera y constante de la santidad. No podemos testimoniar con coherencia el Evangelio, si antes no lo vivimos fielmente».

Al final de la celebración, antes de rezar la oración mariana del «Angelus», el Papa rindió honor «a los misioneros y misioneras –sacerdotes, religiosos, religiosas, y laicos– que gastan en primera línea sus energías al servicio de Cristo, pagando a veces incluso con la sangre su testimonio».

Según fuentes de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos, en el año 2001 33 misioneros de la Iglesia católica fueron asesinados en Asia, América Latina y África en su obra de difusión del mensaje del Evangelio.

Con la celebración de este domingo, el Papa ha proclamado a 1.303 beatos en sus 24 años de pontificado, cumplidos este 16 de octubre pasado.

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ZENIT Staff

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