Obispos de Venezuela: «Entendámonos para sobrevivir»

CARACAS, 21 octubre 2002 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación la declaración de la Conferencia Episcopal de Venezuela leída este domingo en los templos del país (Zenit, 20 de octubre de 2002),

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«Entendámonos para sobrevivir»

1. Con esperanza fundada en Cristo, «Príncipe de la paz» (Is 9, 5), los obispos de Venezuela dirigimos este mensaje a nuestros hermanos en la fe y a todos los que viven en este país. Es un mensaje urgente que quiere tocar la conciencia de todos, especialmente de quienes, tanto en el Gobierno como en la oposición y, en general, en la sociedad civil, tienen mayores responsabilidades con respecto al presente y futuro de la nación.

2. En nuestro documento del pasado mes de julio «Al servicio de la reconciliación», lamentamos que el llamado que habíamos hecho en enero «El diálogo, camino de la paz» «desafortunadamente, no tuvo la aceptación esperada, y el conflicto se agudizó hasta desembocar en los dramáticos acontecimientos del mes de abril».

3. En los actuales momentos comprobamos que la situación se ha agravado dramáticamente. Tenemos un país más fracturado, herido por confrontaciones y con un manifiesto deterioro institucional; una población angustiada y golpeada por la pobreza y el desempleo, una convivencia amenazada por el enfrentamiento armado. Todo esto hace que el presente mensaje se convierta en un clamor estremecedor por la supervivencia, con la exigencia de una solución pacífica. En esto nos sentimos estimulados por el anhelo de la inmensa mayoría de nuestro pueblo que, aun desde distintas posiciones, aspira al entendimiento, la democracia y la paz.

4. Quienes amamos a esta tierra, bien por haber nacido aquí, o por haberse sembrado en ella, hemos de hacer de Venezuela una «casa común», en la que todos quepamos y nos respetemos; donde nos comprendamos y ayudemos, sin excluirnos, amedrentarnos o perseguirnos; sin que seamos para los demás motivo de temor. Una casa, en la que no nos armemos para imponernos, ni pretendamos que haya vencedores o vencidos en una lucha en la que nadie triunfaría. Una casa en la que no sean ni el odio el tono del relacionamiento social, ni la violencia el mecanismo del éxito. El padre de la Patria nos dejó como testamento un apremiante compromiso de unidad por encima de partidos y diferencias.

5. ¿Qué debemos hacer en este momento para superar positivamente la crisis nacional?. Ante todo, es preciso dar un rotundo NO: a la violencia, al odio, a las exasperaciones ideológicas, a la mentira, a la intolerancia, a la mutua exclusión, al empobrecimiento material y moral, a la muerte; la violencia ni convence ni vence. Y, de la misma manera, proclamar un SÍ decidido: a la vida, al reconocimiento del otro, al encuentro, a la vigencia plena del estado de derecho y a la autonomía de las instituciones; a la verdad y la libertad, a la justicia y la solidaridad, a la reconciliación y la fraternidad.

6. En esta búsqueda de respuestas a tan dramático desafío en un estado democrático, mientras unos reivindican el cumplimiento literal de la legalidad vigente, y otros exigen una consulta inmediata a la voluntad popular, reafirmamos el imperativo de evitar toda violencia, con sus fatales consecuencias; y de dar pasos positivos hacia entendimientos y acuerdos que permitan la convivencia y superen la ingobernabilidad. Al mismo tiempo, hay que recordar que es un derecho opinar, asociarse y manifestar libremente. Corresponde al Gobierno y a los cuerpos encargados del resguardo de la seguridad pública y del mantenimiento del orden, al igual que a la Fuerza Armada, la ineludible y urgente tarea de garantizar dichos derechos en el marco de la paz.

7. Esto supone, entre otras cosas, magnanimidad, responsabilidad y creatividad, postergando intereses o posiciones, aun legítimos, en aras del bien de todos, especialmente de los más pobres.

8. Cabe señalar que, en un mundo cada vez más interdependiente, el apoyo de instituciones u organismos internacionales puede ser de gran beneficio, sin olvidar que la solución de los problemas recae, primaria y fundamentalmente, en los ciudadanos del propio país.

9. Cuando como nación estamos urgidos de caminos de reconciliación y de unidad, la Iglesia en Venezuela está celebrando el Año Coromotano, con motivo de los 350 años de la aparición de la Virgen Santísima, en Guanare. En la oración de su festividad, y por su intercesión, los católicos pedimos a Dios, «hallar el progreso de nuestra patria por caminos de justicia y de paz». Invitamos a todos a una ferviente plegaria, para que esta petición se haga realidad, mientras la imagen bendita de Nuestra Señora de Coromoto, nuestra Patrona, recorre la geografía patria.

Este documento será leído en todos los Templos del país el próximo Domingo, 20 de octubre.

Con un saludo de hermanos y nuestra bendición episcopal.

Caracas, 18 de Octubre, 2002.

Firman los obispos de Venezuela

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ZENIT Staff

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