BUENOS AIRES, 22 octubre 2002 (ZENIT.org).- Los laicos de Buenos Aires recibieron este viernes una invitación a «trabajar en la calle, sin miedo a ensuciarse las manos», que es sinónimo de dignidad. Lo malo «es ensuciarse el corazón con la corrupción».
Así se expresó en arzobispo de Buenos Aires y primado de Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio, en el marco del II Encuentro Arquidiocesano de Laicos celebrado en la Universidad Católica de Argentina bajo el lema «La Nación que queremos», según informa AICA .
Durante la reunión, organizada por el Departamento de Movimientos Eclesiales, Asociaciones, Nuevas Comunidades y Apostolado Laico, el purpurado insistió en la necesidad de que los laicos salgan a la calle, se inserten en el tejido social y trabajen codo a codo con los demás, «que tal vez no piensen como nosotros, pero que sí dialogan con nosotros».
«El que sale a la calle corre peligro de accidentarse. Pero una Iglesia con un laicado de sacristía, es una Iglesia enferma. Prefiero una Iglesia accidentada y no enferma», afirmó el arzobispo de Buenos Aires.
En opinión del prelado, aunque la política esté desacreditada, hay que reivindicarla para que deje de ser un foco de reunión de los que hablan, pero no actúan. Ante ello hay que poner en práctica «la idea de política que nos pide el bautismo. Nosotros, metidos en la trama política de la sociedad, tenemos que abrir horizontes», para evitar que todo termine «en la disolución del tejido social».
Buenos Aires, calificada por el cardenal Bergoglio como una verdadera «fábrica de pobres», es actualmente una ciudad en la que se hace cada vez mas patente el hambre, y es cada vez mayor la cantidad de «jóvenes sin horizontes a los que les queda la alineación bajo algún tipo de adicción o el delito» y de «ancianos abandonados».
Estas cuestiones, además de la creciente falta de educación, «son las que tenemos que solucionar a través del diálogo», subrayó el primado de Argentina.
Precisamente, el encuentro del viernes pasado sirvió de marco para la presentación del «proyecto de trabajo para el Diálogo de la sociedad de Buenos Aires», que trata de «servir de puente a la recreación de los vínculos sociales en nuestra sociedad, para construir juntos caminos para la superación de la crisis y la gestación de espacios de justicia, paz y solidaridad».
El proyecto de «Diálogo de la sociedad de la Ciudad de Buenos Aires», se convocará a partir de la «valoración de la política como espacio de construcción del bien común», lo cual «requiere revalorizar la actividad de los partidos políticos y contribuir a rescatarla de los vicios que la han deteriorado frente a la sociedad: la corrupción en el ejercicio del poder, el clientelismo y el internismo».
Los espacios que se conciben para el diálogo son tres: el sectorial, el local (a partir de las realidades barriales, aprovechando la presencia de la Iglesia y dando prioridad a la salud, a la educación y al desarrollo social) y el intersectorial, que será, oportunamente, «el maduro encuentro de grupos representativos de las instituciones y organizaciones convocadas para construir consensos y establecer los límites de los disensos, que favorezcan la democracia y la gobernabilidad»
En este contexto, se prevén en los próximos meses algunos encuentros sectoriales de dirigentes sindicales y empresarios, de partidos políticos, del ámbito público, de agentes de pastoral, de profesionales, técnicos y organizaciones del ámbito de la salud, de docentes, padres y organizaciones de la educación, de la esfera universitaria, del mundo de la cultura y de la comunicación.
La coordinación del Diálogo de la Sociedad estará a cargo del Departamento de Pastoral Social de la arquidiócesis de Buenos Aires, a través de una comisión integrada por miembros de pastoral social, de los Movimientos Eclesiales (DEMEC) y la Vicaría Episcopal de Educación.