MADRID, 28 febrero 2003 (ZENIT.org).- La periodista y locutora de la cadena COPE Cristina López Schlichting ha ofrecido esta semana en Madrid una conferencia, en la que analizaba las «Grandes mentiras y algunas verdades sobre la muerte digna» relacionadas con el tema de la eutanasia.

La periodista, que confiesa que el tema de la eutanasia es uno de los que más la han preocupado a lo largo de su carrera, habló en el Club Zayas de Madrid sobre cómo ha ido evolucionando la aceptación de la eutanasia y del «modelo» holandés como referencia para España y otros países.

López Schlichting recordó que el debate sobre la eutanasia se originó en Holanda en los años setenta y ochenta, cuando «los adelantos técnicos habían conducido a algunas situaciones de encarnizamiento terapéutico». En ese contexto, en el que había un gran vacío legal, surgió la «Asociación por una muerte digna», que ha presionado desde entonces, consiguiendo cada vez más concesiones de la Administración a sus planteamientos.

Primero fue la despenalización de la eutanasia en Holanda «en el caso de una persona gravemente enferma, en estadio terminal, con grandes dolores y con el consentimiento del paciente y la presencia de dos médicos que ratificasen el diagnóstico». La Asociación siguió presionando y consiguió que también la enfermedad psíquica se considerar un motivo para acceder a la eutanasia.

En Suiza la situación ha ido más lejos, según la ponente de la conferencia. El jefe de la «Asociación a favor de una muerte digna» de Suiza declaró en una ocasión a la periodista: «La gente se está viendo obligada a quitarse la vida en condiciones indignas, angustiosas. Es increíble que la gente se vea obligada a tirarse a un tren cuando un médico le puede proporcionar "un suicidio realmente bueno"». Ya hace unos seis años confesaban que tras la despenalización absoluta de la eutanasia, se proponían «luchar por poder adquirir esas sustancias letales en las farmacias».

Según la conferenciante, «el Gobierno holandés hizo en los años 1991 y 1995 dos encuestas entre los médicos holandeses, conocidos como informes Remmerlink. Las conclusiones reflejaron que 3.000 personas morían contra su voluntad anualmente en Holanda: 1.000 sin solicitarlo (pese a que entre el 20 y el 40% de ellos son plenamente competentes para expresar si quieren que se les aplique o no la eutanasia), y las otras 2.000 reciben una sobredosis de opiáceos, de morfina que las mata igualmente sin haberlo solicitado. Las razones para hacerlo que se aducían era el deseo de acabar con un gran sufrimiento del paciente, acortar la angustia de los familiares o dejar simplemente una cama libre para otros enfermos que la necesitaban».

«Tanto revuelo provocaron los informes Remmerlink que desataron la alarma hasta el punto de que ya existe un carnet en el que la gente pide que no se haga objeto de encarnizamiento terapéutico, pero tampoco de eutanasia. Lo que puedan o no servir a la gente estos carnets ya no se sabe. Es un texto semejante a lo que en Cataluña se ha llamado testamento vital».

«En Holanda ha surgido un tipo de institución, los hospitiums... adonde acuden los ancianos o enfermos con enfermedades muy graves.. con la seguridad de que no se les va a matar. Se mueven por la caridad pública y se acude a ellas o bien pagando o siendo objeto de algún tipo de estipendio. Lógicamente las plazas son limitadas. Yo fui testigo dice la periodista de la experiencia de angustia de un anciano, un enfermo terminal, que decía, "Yo temía que me aplicaran la eutanasia. Gracias a Dios encontré plaza aquí"».

«La situación es pues en Holanda de una mayoría favorable a la eutanasia, pero de una minoría que simplemente por no participar de estas ideas está atemorizada. De los 30.000 juristas que hay en Holanda, hay 300 en la Asociación ProVida y, en la misma asociación, 400 médicos. Cifras insignificantes, más aún comparándolo con los 94.000 que militan en la asociación en favor de la eutanasia».

La eutanasia en España
«Los movimientos proeutanasia en España, están particularmente significados en la asociación "A favor de una muerte digna". El caso puntero en los últimos años ha sido el de José Luis Sampedro". Antes de la muerte de Sampedro, la periodista cuenta que habló en el Hospital de tetrapléjicos de Toledo con los médicos y enfermos, entre quienes percibió "una gran indignación».

Uno de esas personas, un tetrapléjico de 32 años, ingeniero superior informático, trabajador en una multinacional y que se desplaza en una silla motorizada le dijo: «Ahora me encuentro con que voy por la calle y la gente me mira y me dice "pobrecito, más le valiera haberse muerto". Realmente es una injusticia que yo esté trabajando para hacer frente a un problema y me encuentre con una posición social determinada por alguien que quería matarse».

Efectivamente, para López Schlichting, este fue el problema de fondo en el caso Sampedro «era una persona que sencillamente quería suicidarse y por eso debemos aislarla un tanto de las circunstancias en las que vivía, que por cierto eran muy peculiares. Por ejemplo, Sampedro siempre era presentado en la cama. Un tetrapléjico con una lesión superior (que en su caso no era la máxima, pues la máxima implica la utilización de un respirador) no tiene que estar en la cama. Los tetrapléjicos como él se desplazan en sillas motorizadas, siempre asistidos, pues necesitan de una gran ayuda. Pero a él se le presentaba siempre en la cama, con lo que la gente entonces experimentaba una gran angustia. Era una presentación a los medios muy interesada».

A Sampedro, continúa la periodista, «se le aconsejó tratamiento psiquiátrico y se negó a hacerlo, lo que dice ya bastante, porque tenía diagnosticada una depresión».

El personal médico del Hospital de tetrapléjicos de Toledo decía respecto a este caso: «Si está decidido a matarse lo hará, y nadie lo podrá impedir». López Schlichting aclara: «hay que entender que muchos de los casos que se plantean a la opinión pública cómo límites vienen manipulados por determinadas asociaciones y por presentaciones periodísticas que no son íntegras del todo».

Mentalidad pro eutanasia
De las palabras de la periodista se desprende que como consecuencia de la eutanasia la medicina
retrocede: la aceptación mayoritaria de la eutanasia en Holanda ha hecho retroceder el estudio de la medicina paliativa, que «se ha reducido considerablemente» y que con respecto a España, por ejemplo está notablemente atrasado.

Pero una consecuencia más importante es la mentalidad que se va generando, según la ponente: «El problema no estriba tanto en la legislación cuanto en la mentalidad que subyace y que hace que un grueso de la población se vaya incorporando a estos movimientos favorables a la llamada "muerte digna". Las personas que deciden no morir antes de tiempo son tachados de egoístas por constituir una carga hasta por la propia familia».

«Es la mentalidad de alguien que en esa experiencia de sufrimiento terminal no ve ninguna utilidad, la mentalidad utilitarista y hedonista de la sociedad en la que vivimos».

La periodista propone crear conciencia sobre « la diferencia que existe entre no prolongar indefinidamente una agonía (es importante que la medicina preventiva pueda quitar cualquier sufrimiento) y la eutanasia» y «participar de una mentalidad que permita la concepción del misterio de la existencia en nuestra vida. En la medida en que apoyemos la cultura de la vida, del aprecio de esta vida hasta la muerte, podemos hacer que ese cáncer, que es la extensión de la mentalidad dominantes, se detenga».