Predicador del Papa: ¿Cómo descubrir el amor de Dios en tiempos de guerra?

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Habla monseñor Comastri, que dirigirá los ejercicios espirituales a Juan Pablo II

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CIUDAD DEL VATICANO, 9 marzo 2003 (ZENIT.orgAvvenire).- Para predicar sus ejercicios espirituales de este año, que se desarrollan desde el domingo hasta el próximo sábado, Juan Pablo II ha llamado al Vaticano al arzobispo Angelo Comastri, arzobispo del santuario mariano de Loreto.

«Las grandes guerras se preparan con muchas pequeñas guerras, actos de prepotencia, y egoísmo» explica en esta entrevista el vicepresidente de la Academia Pontificia de la Inmaculada de 59 años de edad, al comentar el turbulento contexto internacional en que tienen lugar.

Por este motivo, el tema que ha escogido para las meditaciones que dirigirá al Papa y a sus más cercanos colaboradores de la Curia romana, explica monseñor Comastri, es «¡Dios es amor! Volvamos a comenzar a partir de esta bella noticia».

–En estos momentos de ansia por el destino del mundo, el Papa ha invitado en varias ocasiones a la conversión de los corazones. Un tema que afecta a la esencia misma de la Cuaresma.

–La guerra, cualquier guerra, ha sido definida por el Papa como «un fracaso de la humanidad». Por este motivo, no podemos resignarnos a ver la guerra como algo normal, sino que tenemos que trabajar siempre, es decir, convertirnos, para crear las condiciones necesarias para recibir de Dios el don de la paz.

Las grandes guerras, de hecho, son preparadas por muchas pequeñas guerras, hechas de actos de prepotencia y egoísmo, por muchas pequeñas gotas de odio y de injusticia. Estas gotas dependen de nosotros. Y seríamos hipócritas si condenáramos el fruto pero no extirpáramos la semilla.

–¿Qué es lo que hay que hacer para descubrir el amor de Dios –tema de sus meditaciones– que actúa en la historia?

–Alguno podría decirme: «¿Cómo es posible hablar del amor de Dios, si se tiene en cuenta el dramático escenario del mundo de hoy?». Respondo con una anécdota. Hace algunos años, después de una conferencia sobre la misericordia de Dios, un joven se levantó y me dijo: «Si yo fuera Dios, le daría un gran puntapié a la Tierra y dejaría que se precipitara en el espacio como una nave espacial sin control». Precisamente porque es Amor, Dios no ha hecho esto ni lo hará nunca. Dios, por el contrario, a pesar de las locuras de los hombres, está preparando nuevos cielos y una tierra nueva para todos los que abren el corazón en la humildad de la fe: esta es la gran esperanza de los cristianos.

–Como arzobispo del Santuario mariano de Loreto, aportará a su meditaciones la experiencia de uno de los centros de peregrinación mariana más importantes. En el año del Rosario, ¿qué papel tiene María en la construcción de un mundo de paz?

–Cuando en Loreto encendemos diariamente la lámpara de la paz, rezamos por el mundo: y pedimos la paz. María, en esta gran empresa, tiene un papel particular: el papel de la mamá, que le reconoció oficialmente Jesús en la Cruz. ¿Qué hace una mamá? Cuando ve a sus hijos en guerra, sufre y hace todo para restaurar la paz. Esto es lo que hace María. Y este pensamiento es ya de por sí un motivo de gran consuelo.

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ZENIT Staff

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