Samuel Chang Jae-on, presidente de la Asociación de la Iglesia católica en Pyongyang y otros dieciséis católicos norcoreanos estuvieron presentes por primera vez –oficialmente– en la Misa que presidió el obispo auxiliar de Seúl, Luke Kim Woon-hoe. A la celebración acudieron además 1.200 católicos surcoreanos.
En su homilía, el obispo definió el acontecimiento como «un paso adelante en la reconciliación nacional y en el proceso de reunificación» y expresó «la esperanza de que los católicos de Corea del Norte puedan tener pronto sacerdotes».
Paul Han Jung kwan, secretario ejecutivo de la Conferencia Episcopal de Corea, consideró «muy significativo que los católicos norcoreanos se hayan unido a nosotros tras 50 años de división en el país».
El grupo de católicos norcoreanos formaba a su vez parte de una delegación de 105 fieles entre los que también había protestantes, budistas y seguidores de religiones indígenas coreanas.
La delegación llegó a Seúl el pasado 1 de marzo para conmemorar el movimiento independentista que liberó el país de la ocupación japonesa en 1945.
Durante la celebración de la independencia, el presidente Roh Moo-hyun invitó a unir las fuerzas del Norte y del Sur y a resolver cuanto antes el problema de la estrategia del gobierno del Norte en cuanto a armamento nuclear.
Los católicos norcoreanos –3.000 en total— no tienen sacerdotes ni religiosos desde hace más de medio siglo, cuando todos los misioneros fueron expulsados y los religiosos sufrieron la persecución del régimen comunista.
La iglesia de Changchung, en Pyongyang, es la única que existe en Corea del Norte.