Éxito del primer retiro espiritual para adultos en Mongolia

ULAN BATOR, 10 abril 2003 (ZENIT.orgFides).- La joven iglesia en Mongolia, «refundada» hace poco más de una década –tras la caída del Muro de Berlín– organizó el pasado mes de marzo un retiro espiritual para adultos, consciente de la necesidad de este paso en el camino espiritual de los fieles.

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El retiro se celebró en una pequeña ermita situada en Handgait, un lugar en medio de la montaña a 15 kilómetros al sur de la capital, Ulan Bator.

El padre Pierrre Kaseumana, Misionero del Corazón Inmaculado de María, dirigió las reflexiones espirituales orientadas a aumentar el conocimiento recíproco entre los participantes, permitir a los fieles compartir su fe y animarles a invitar a nuevos amigos a acercarse a la Iglesia.

De las 58 personas que asistieron al retiro, sólo 8 eran bautizados. La mayoría de los participantes frecuentan la Santa Misa sin estar aún bautizadas: se trata de parientes y amigos de católicos y algunos de los beneficiados por la ayuda material de la Iglesia en Mongolia, muy comprometida en la acción social.

La Iglesia católica en Mongolia, con sus 136 bautizados, tiene grupos de jóvenes y adolescentes. «Hemos llegado al momento en que muchos grupos de jóvenes son ya adultos y han formado un nuevo grupo», explica el padre Kaseumana, sacerdote africano misionero en Mongolia.

Monseñor Wenceslaw Padilla, CICM, Prefecto Apostólico de Ulan Bator, abrió el retiro. Durante la Eucaristía, monseñor Padilla explicó con sencillez y claridad todos los gestos y ritos de la celebración para acercar al auditorio el sentido de la liturgia.

Numerosos miembros del grupo afirmaron que debido a los compromisos de familia y de trabajo, es difícil encontrar un tiempo libre para iniciativas espirituales.

«Es arduo para los mongoles confesar abiertamente la propia fe católica en una país donde la mayoría de la población es atea o budista –explicó el padre Kaseumana–. Con frecuencia el cristiano se sienten marginado en la familia y aunque ésta le acepte, en la sociedad son mirados con desconfianza, por lo que prefieren profesar su fe en secreto».

«Es más fácil que los niños en su simplicidad y espontaneidad confiesen abiertamente ser cristianos», reconoció el religioso.

«La Iglesia en Mongolia –añadió a la agencia Ucanews– debe hacer su presencia significativa para todo el país, con lo que los católicos se sentirán orgullosos de su fe. Aunque los mongoles conocen poco la fe cristiana y no saben diferenciar entre las distintas confesiones, en general respetan la religión de los demás».

República asiática situada entre Rusia y China, Mongolia cuenta con unos 2.600.000 habitantes, de los cuales el 96% son budistas y el 4% musulmanes.

Tiene una de las comunidades católicas más pequeñas del mundo. Poco más de un centenar de católicos dependen de la prefectura apostólica de Ulan Bator, con una parroquia, siete sacerdotes y unas quince religiosas.

Mongolia y la Santa Sede establecieron relaciones diplomáticas en 1997.

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ZENIT Staff

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