CIUDAD DEL VATICANO, 11 abril 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II puso en la tarde de este jueves a los jóvenes del mundo en manos de la Virgen María en un encuentro festivo con unos 40.000 chicos y chicas de la diócesis de Roma y de las diócesis vecinas.
El Santo Padre, que bromeó en varias ocasiones con los jóvenes, les entregó como regalo un Rosario para que imploren de Dios la paz, en un encuentro que formaba parte de las celebraciones de la Jornada Mundial de la Juventud 2003, que culminarán el Domingo de Ramos en las diferentes diócesis del mundo.
Los jóvenes, que al felicitarle por sus casi 25 años de pontificado lograron conmoverle en más de una ocasión, le correspondieron con tres regalos.
Ugo Bentivegna, joven de 25 años del Movimiento de los Focolares, le entregó el bastón del peregrino para que siga viajando y encontrándose con los jóvenes del mundo.
Por su parte Eloisa Baldacci, una muchacha de 25 años del grupo juvenil romano de Santa Inés, que se reúne en la iglesia de la histórica Plaza Navona, entregó al Papa el plano del nuevo Centro Cultural Juvenil «Juan Pablo II», que surge ahora en la Ciudad Eterna para la formación cristiana de jóvenes.
Por último, Gabriele Mannucci, de 27 años, de la parroquia de Santo Tomás de Aquino de Roma, en agradecimiento por el servicio del Papa a la paz le ofreció una paloma y le pidió que la echara a volar en libertad.
Jóvenes venidos de Canadá, que participaron en las Jornadas Mundiales de la Juventud de Toronto en julio pasado, llevaron a continuación la Cruz de los jóvenes al atrio de la basílica de San Pedro, acompañada por un icono de María.
Este Domingo de Ramos, en la eucaristía presidida por el Papa, la entregarán a coetáneos alemanes para que recorra su país, que en el año 2005, en Colonia, acogerá las próximas Jornadas Mundiales de la Juventud.
Los muchachos tuvieron que soportar la intermitente lluvia que se abatió sobre la plaza de San Pedro del Vaticano. Antes y durante el encuentro con el Papa, escucharon testimonios y las intervenciones de cantantes y artistas italianos de primer orden.
«Nosotros somos jóvenes», dijo el Papa interrumpiendo su discurso para animar a los muchachos a soportar el aguacero.
«¡No tengáis miedo de abrir de par en par las puertas de vuestros corazones a Cristo a través de Ella, que quiere llevaros a Él, para que seáis salvados del pecado y de la muerte!», afirmó.
En el acto de consagración de los jóvenes a María, que el Papa pronunció al final del encuentro, constató que «los jóvenes de este siglo, en la aurora del nuevo milenio, viven todavía los tormentos derivados del pecado, del odio, de la violencia, del terrorismo y de la guerra».
«María –añadió–, ayúdales a responder a su vocación. Guíales al conocimiento del auténtico amor
y bendice sus afectos. Apóyales en el momento del sufrimiento. Hazles mensajeros intrépidos
del saludo de Cristo en el día de Pascua: ¡la paz esté con vosotros!».
«Con ellos, también yo me encomiendo una vez más a ti y con afecto confiado te repito: ¡Soy todo tuyo!», concluyó.
En su discurso, el Papa que espontáneamente recordó sus años de juventud en los que vivió la segunda guerra mundial y la ocupación nazi, encomendó, además, a los jóvenes la tarea de «comprometerse por la paz».
«En este difícil momento de la historia, mientras el terrorismo y la guerra amenazan la concordia entre los hombres y las religiones, deseo confiaros a María para que seáis promotores de la cultura de la paz, hoy más necesaria que nunca».
Es posible leer el acto de consagración de los jóvenes a María que pronunció el Papa en la sección de documentos de la página web de Zenit http://www.zenit.org.