CIUDAD DEL VATICANO, 7 mayo 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II aseguró este miércoles que el objetivo fundamental de su visita a España ha sido el de despertar los valores cristianos de ese país, amenazados por el creciente secularismo y consumismo.
«Este quinto viaje apostólico en España me ha confirmado una profunda convicción: las antiguas naciones de Europa conservan un alma cristiana, que constituye una sola cosa con el «genio» y la historia de sus respectivos pueblos», reconoció el Papa.
El obispo de Roma hizo su propio balance de la visita a Madrid de este pasado fin de semana al encontrarse con los miles de peregrinos que participaron en la tradicional audiencia general en una soleada plaza de San Pedro del Vaticano.
«El secularismo amenaza por desgracia los valores fundamentales, pero la Iglesia quiere trabajar para mantener continuamente despierta esta tradición espiritual y cultural», aseguró el Santo Padre.
Para ello, explicó, los cristianos de España deben «permanecer fieles al Evangelio, defender y promover la unidad de la familia, a custodiar, y renovar continuamente la identidad católica que es orgullo de la nación». ´
«Gracias a los valores perennes de su tradición, ese noble país podrá ofrecer una propia contribución eficaz a la edificación de la nueva Europa», aclaró.
«Precisamente ahí está el antídoto más eficaz contra los riesgos del consumismo, a los que está sometido el hombre de hoy», siguió explicando.
«Ante las insinuaciones de los valores efímeros del mundo visible, que presenta un cierto tipo de comunicación mediática –subrayó–, es urgente contraponer los valores duraderos del espíritu, que sólo se pueden alcanzar recogiéndose en la propia interioridad a través de la contemplación y la oración».
Como el mismo Papa recordó, los dos momentos centrales de su visita a Madrid fueron la vigilia del sábado por la tarde con los jóvenes, en el que participaron al menos 700.000 chicos y chicas; y la misa de canonizaciones del domingo en la que el Santo Padre proclamó a cinco nuevos santos españoles, ante más de un millón de peregrinos congregados en la céntrica Plaza de Colón.
En ninguna de sus cuatro precedentes visitas a España el Papa había reunido a tantas personas (ni siquiera en la Jornada Mundial de la Juventud de Santiago de Compostela, agosto de 1989).
La inesperada participación de los católicos ha sido subrayada por todos los medios de comunicación españoles, que ofrecieron una amplia cobertura del viaje pontificio.