BOGOTÁ, 9 mayo 2003 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación las conclusiones difundidas al término del «II Congreso Nacional de Reconciliación» celebrado en Bogotá.
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II CONGRESO NACIONAL DE RECONCILIACIÓN
BOGOTA, MAYO, 5 A 7 DE 2003
DECLARACIÓN FINAL
En el marco de la celebración de los cuarenta años de la encíclica del Beato JUAN XXIII “Pacem in Terris”, convocados por la Conferencia Episcopal y coordinados por el Secretariado Nacional de Pastoral Social, nos hemos reunido Obispos, Sacerdotes, Religiosas, Religiosos, Laicas y Laicos comprometidos y representantes de Organizaciones Sociales y de Cooperación Internacional, para participar en el Segundo Congreso Nacional de Reconciliación con el fin de intercambiar experiencias, ideas, reflexiones y propuestas sobre “la Reconciliación como Horizonte de la Paz”, bajo los parámetros de la Justicia, Verdad, Misericordia y paz.
Reflexionando en torno a la realidad actual hemos constatado que:
Colombia se encuentra en uno de los momentos más críticos de toda su historia Republicana. Las Colombianas y los Colombianos no resistimos más las violaciones al derecho fundamental de la vida, expresadas de múltiples formas.
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El conflicto armado y la perversa convivencia con el fenómeno del narcotráfico han desdibujado los horizontes de construcción de una nueva Sociedad Civil, fortaleciendo la capacidad militar de los violentos y alejando las soluciones de paz y convivencia y el deseo unánime de un destino común.
El desplazamiento forzado se ha convertido en uno de los más grandes y escandalosos flagelos de la sociedad colombiana, en especial de las personas y familias más pobres. Más triste viene a ser su condición de parias en comunidades que no quieren recibirlos.
Las polarizaciones que se desatan en nuestra sociedad, atravesada por el conflicto armado, generan lógicas de amigo- enemigo, donde no se reconoce en el otro el rostro de Cristo. Esta situación favorece la desconfianza interna y externa de los actores sociales, debilita los niveles de gobernabilidad e imposibilita la interacción de los diversos sectores, que en medio de las diferencias podrían establecer opciones para un nuevo país.
Existe en Colombia una crisis generalizada de superposición de intereses privados en detrimento de los públicos, lo cual frena cualquier posibilidad de construcción colectiva de sociedad y genera más atraso, desigualdad y contradicciones sistemáticas que ahondan los problemas fundamentales
En fin, nuestra democracia presenta grandes debilidades que es necesario corregir progresivamente.
Sin embargo debemos reconocer todos los esfuerzos que se están haciendo en búsqueda de la reconciliación y la paz, enumeramos algunos de ellos:
– La participación comunitaria en procesos de búsqueda de paz,
– Numerosos encuentros , talleres y denuncias sobre DDHH y sus violaciones,
– Marchas y movilizaciones por la paz en todo el territorio nacional
– Solidaridad ante las masacres y situaciones de miseria.
– Consolidación de experiencias de Comunidades de Paz y otras formas de organización comunitaria,
– Atención integral de la Iglesia y Organizaciones sociales a Víctimas de la violencia,
– La presencia de ONG’s y Entidades Extranjeras que trabajan por la paz en Colombia.
– El esfuerzo de muchos sectores sociales y personas por generar propuestas de paz y reconciliación, reflejada en la participación de más de 500 personas en este segundo Congreso Nacional de Reconciliación.
– Procesos de construcción de ciudadanía y reconstrucción de tejido social.
Frente a este panorama Social, queremos presentar a todas las Colombianas y Colombianos y a toda la comunidad internacional, nuestro anhelo y propósito de transformar esta realidad en una dinámica de reconciliación que nos acerque a una paz integral y sostenible.
Vislumbramos en el Horizonte:
Un país donde tenga vigencia el Estado social de Derecho, donde todas y todos sus habitantes encuentren posibilidades para desarrollar plenamente sus capacidades como personas y en donde el Norte Ético del desarrollo de la sociedad sean los DDHH, con una sociedad civil organizada, solidaria y participativa, comprometida en la construcción de lo público, con criterios de justicia social, verdad y libertad.
Una sociedad donde aún sea posible el diálogo y el acuerdo social y político, para dirimir los conflictos, así sean aparentemente insolubles, donde ningún habitante crea que la solución del conflicto sea la degradación o aniquilación de quien consideramos “la otra orilla”.
Una sociedad reconciliada con la naturaleza y consigo misma y en donde el Perdón sea posible y valorado como virtud de grandeza y generosidad, pero donde no se manipule el olvido como herramienta para lograr la impunidad, porque creemos que la única manera de sanar el pasado es recordándolo para recuperarlo y purificarlo, porque no es posible la reconciliación social si la verdad se oculta o se deforma.
Ante esta situación queremos presentar nuestros compromisos concretos:
1. Nos Comprometemos a Evangelizar integralmente como nuestro propio y único camino de reconciliación y Paz.
2. Nos comprometemos como Iglesia, e invitamos a hombres y mujeres de buena voluntad a rechazar la violencia y toda forma de mentalidad guerrerista. No compartimos las formas de organización que, apoyados en doctrinas de violencia, pretenden construir la paz sobre la base de la pacificación o sometimiento y niegan toda posibilidad de reconciliación.
3. Dado el momento actual, consideramos importante impulsar un acuerdo Humanitario que le dé solución al drama de quienes han sido privados arbitrariamente de su libertad. Llamamos, por lo tanto, a las FARC y al ELN a trabajar con las Comisiones Facilitadoras para obtener tan anhelado objetivo.
4. Nos comprometemos a seguir trabajando en los programas pastorales de promoción humana, en el fortalecimiento organizacional, en el impulso a espacios y escenarios de construcción de lo público con amplia participación ciudadana, en programas de cultura de paz y civilidad.
5. Nos comprometemos a ser facilitadores en procesos de resolución de conflictos, paz y reconciliación de orden local, regional y Nacional.
6. Nos comprometemos a fortalecer la pastoral de la Reconciliación Social, centrada en la Verdad Liberadora que sana y lleva a la Vida y la justicia como recuperación plena de todos los Derechos de las víctimas y La Misericordia como horizonte del Perdón.
Llamamos la atención a todas las partes comprometidas en el conflicto social y armado en el sentido de que no deben seguir golpeando el país con posturas arrogantes y triunfalistas. El momento actual exige de las partes mucha grandeza humana; rogamos al Dios de la Paz abra las mentes y los corazones de quienes pueden aportar a la solución de los conflictos, para que inicien procesos de acercamiento y diálogo que vislumbren salidas a esta guerra inhumana e ineficaz.
Nos encomendamos nuestros esfuerzos al Príncipe de la Paz, sin cuya gracia es imposible lograr en Colombia la tan anhelada reconciliación.
Bogotá, D.C., Mayo 7 de 2003